Llegar a una nueva ciudad con el corazón roto no es muy buena idea si lo piensas de manera objetiva, pero para ella fue la mejor decisión que pudo haber tomado.
Empezar de nuevo donde nadie la conocía, no era del todo malo si te ponías en sus zapato...
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El silbato se escuchó, lo que significaba que el juego estaba por comenzar, solo tenían que salir ahí y ganar como lo habían hecho.
—¿Quieres que subamos a las gradas? —le pregunté a Yachi.
—No quiero irme hasta que no esté segura que no les pasará nada.
Sonreí porque sí que estábamos muy preocupadas por lo que le había pasado a Daichi.
—Me iré, yo creo que es mejor, no quiero que nos regañen —dijo nerviosa después de unos minutos.
—Yo lo veré desde aquí, no te preocupes por nada, yo me encargo.
Me quedé cerca de la puerta, podía ver bien a todos los chicos y ahí, se sentía muchísimo más la competitividad entre los dos equipos. Incluso podía ver bien las gradas, el Aoba Johsai sí que tenía mucha porra por detrás.
Cuando Oikawa sacó, Daichi lo recibió muy bien, aunque iba a pasar la red, en el bloqueo, Kageyama lo levantó y cambió de lugar con Nishinoya que hizo una colocación que Asahi remató muy bien. Hasta yo me sorprendí y me puse a festejar con ellos.
—¡¡¡¡Lo hicieron genial!!!! —grité muy emocionada— ¡Muestrenles a esos de la alta sociedad al nuevo Karasuno!
Era turno de sacar de Kageyama, pero le regaló un punto al equipo contrario por tenerlo fuera, pero pudimos recuperarlo con un remate de Tanaka. Sí que en ese juego estaban de una forma muy apasionada.
Después, Kei remató un pase y después de que lo regresaran, lo bloqueó y me volteó a ver por el rabillo de su ojo.
—¡Eso es, Kei! —grité sonrojada.
No podría acostumbrarme a eso si cada que lo hiciera, me iba a ver. Además de que era la primera vez que hacían eso por mí. Y no era todo, era su turno de sacar, lo recibieron bien, lo malo era que Shoyō estaba muy alterado y más porque habían bloqueado su ataque rápido.
Kageyama le dio una patada al pelinaranja, pero ambos parecían estar en las mismas condiciones, al parecer sí recordaban haber perdido un partido contra el mismo equipo que estaba enfrente.
—¡Chicos, no se alteren, cálmense y piensen con la cabeza! —exclamé para mantenerlos tranquilos.
Al poder lograr de forma correcta el ataque rápido, me di cuenta de que habían roto un gran miedo y la tensión se había ido por completo, ya no había nada que les impidiera ganar.
—¡Son geniales! ¡Bien hecho! —sonreí al ver como estaban festejando muy contentos.
El juego parecía mucho más tranquilo, pero los chicos que estaban a cargo de Oikawa daban miedo, eran unos monstruos en la cancha, pero poco a poco todos los chicos iban rompiendo barreras y abriendo brechas que les ayudarían a ganar.
Cuando menos nos dimos cuenta, ya era turno de sacar de Oikawa, esa vez sí que parecía que, si tocabas el balón, te arrancaría los brazos. El sonido que había producido ese saque había sido increíble, había sido suerte que saliera de la cancha.
