Llegar a una nueva ciudad con el corazón roto no es muy buena idea si lo piensas de manera objetiva, pero para ella fue la mejor decisión que pudo haber tomado.
Empezar de nuevo donde nadie la conocía, no era del todo malo si te ponías en sus zapato...
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Me di cuenta al final de la semana que sería pesado por la presentación que teníamos que hacer en parejas para el inicio de la última semana de noviembre. Me había tocado con un compañero al que nunca le había hablado y como no, nunca le había hablado a nadie hasta que Shoyō apareció.
—Hola, soy Ran —saludé con la mano guardando mis cosas—. Si quieres podemos ir mañana a algún lugar para poder hacer el proyecto.
—Me parece la mejor opción ya que no te conozco y tú no me conoces —contesté apática—. Podemos ir al café que está aquí al lado.
—Me parece bien.
—Mañana a las 2:00 de la tarde —me colgué mi mochila—. Soy Yanobu ______.
Sin esperar respuesta, me fui a casa esperando el otro día. Al siguiente día, me levanté, desayuné y me preparé para poder ir a hacer tarea.
«¿Quién rayos va a hacer tarea en un café en un fin de semana?», pensé una vez llegué.
—¡Yanobu! —el chico de cabello rojo me llamó.
—¿Llevas mucho tiempo esperando? —pregunté, apenas había llegado diez minutos antes y él ya estaba ahí.
—No, en realidad no, solo no quería llegar tarde y llegué temprano —asentí dando a entender que estaba bien—. Tengo algunas ideas, la profesora pidió una conversación casual, podríamos hacer algo de amigos, siento que es lo más cercano a lo casual.
—Por mí no hay problema, la verdad es que yo me puedo adaptar a lo que sea —dije sincera—. Sin embargo; estuve hablando con mi amigo y me dijo que iban a hacer lo mismo, entonces podríamos actuar como hermanos u otra cosa.
—Suena a una mejor idea.
Saqué mi cuaderno y poco a poco empezamos a hacer la conversación, la verdad era que Ran era muy bueno con el idioma y eso hacía las cosas muy fáciles, pero sus chistes eran horribles.
—¿Sabes? —hice un sonido para que continuara— No eres como todos dicen.
—¿Eso debo tomarlo como un halago? —pregunté— Porque si es así, no suena como uno.
—Muchos dicen que eres grosera y mala persona por como contestas —comenzó y yo le puse atención—. Además de que Aoto hablaba cosas muy feas de ti, eso hasta que un chico lo golpeó por eso.
Me reí y negué, fue entonces cuando él también se rio.
—No sabía que conocías a Aoto.
—Lo conozco porque íbamos juntos en la secundaria —aclaró—, pero no eres nada de lo que él dice.
Me acomodó un mechón de cabello detrás de mi oreja y me dedicó una sonrisa tierna, me separé un poco y sentí como me sonrojaba por la pena de la cercanía.
