Capítulo 3

212 13 10
                                    

Estaba por los pasillos, regresando de entregar el permiso firmado por mis padres cuando el último chico que me había propuesto ser su pareja se acercó a mí

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Estaba por los pasillos, regresando de entregar el permiso firmado por mis padres cuando el último chico que me había propuesto ser su pareja se acercó a mí. Me quité los audífonos y esperé que me dijera lo que tenía que decirme.

—¿Ya entraste a un club? —asentí, aunque fuera obvio, llevaba el uniforme del club de vóley.

—¿Necesitas algo más? —pregunté alzando una ceja.

—Solo quería saber si podemos salir después de tu club —sonreí de lado.

—¿Por qué sigues intentándolo? —solté un suspiro— No te ofendas, pero no estoy interesada en ti.

—Pero no entiendo tu postura, te he dado flores, regalos y ni siquiera somos nada, ¿por qué no puedes interesarte en mí?

—Es que eres muy alto —escuché risas de fondo tras mi comentario irónico y él puso cara de no entender—. Es obvio, Aoto, no eres alto, por eso es por lo que no me gustas.

—Pero eso ni siquiera tiene sentido —toqué su hombro.

—Claro que sí, eres pequeño y yo no quiero a un chico pequeño que podría parecer mi hermano al lado mío.

—Tienes razón —me iba a poner los audífonos de nuevo, pero me detuvo—, pero ¿sabes qué es lo que te falta a ti?

—No.

—Amigos —en vez de escuchar risas, escuché exclamaciones de sorpresa—. No eres amable y eres provocativa y ahora tu único pasatiempo es el equipo de voleibol, en donde ni siquiera eres la mánager titular.

Sin decir más, me puse los audífonos y emprendí camino, ya no quería estar ahí, el ambiente se estaba tornando muy tenso.

—¡Eso, huye! ¡Ve al único club que desgraciadamente te aceptó!

Yo sabía que Aoto no era así, que él era un chico muy lindo por lo que me demostró, solamente estaba resentido por haberlo rechazado. O quizás sí era así desde un principio, pero aún con eso, no podía creer que mi único refugio fuera esa cancha de voleibol, era como si realmente Aoto tuviese razón, nadie podría juntarse conmigo, jamás. Me la pasaba provocando a las personas, pero a la vez siendo pacífica, no le hablaba a practicamente nadie, era imposible que la gente se acercara, justo por esa razón.

Respiré muy hondo y empecé a jugar con los balones, rebotándolos contra la pared hasta que empecé a llorar, sus palabras me habían afectado más de lo que esperaba. Sin embargo; antes de que soltara un sollozo, me jalaron del brazo haciendo que volteara a ver a aquel chico de casi 1.90 con lentes.

—¿Qué te pasó?

Volví a voltearme para agarrar el balón y seguir con lo mío. La tensión se estaba haciendo presente, pero esta vez era muy diferente a las anteriores, tenía ganas de ir y correr a él.

Bloqueo en el Amor//Tsukishima y tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora