05. Motocicleta a la vista

262 66 32
                                    

[♫ ] BABY SAID – Måneskin

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

[♫ ] BABY SAID – Måneskin

—¡Mi pierna! —Estaba tan entumida que fue la cosita por la que desperté.

Me había quedado dormido recargado en la mesa. Era obvio que todo mi cuerpo estaba entumido.

Con pereza despegue mi cara de la mesa, parpadee un par de veces y talle mis ojos para poder ver.

Mire a mi alrededor y todo estaba como anoche.

Bostece y fue en ese momento en donde me percate que la persona que me había hecho compañía hasta noche ya no estaba.

Se hablaron algunas cosas demasiado interesantes, y hubiéramos seguido, de no ser por mi poca energía que no tardo en esfumarse.

Me dejo ver a un chico totalmente distinto a lo que muestra en pantallas.

Era un chico reprimido a mostrar su verdad.

Mire la hora y como loco me pare del sitio pues ya iba dos horas tarde. Generalmente abría las 7 de la mañana, pero ahora ya eran las 9.

Cuando me levante, lo primero que note fue mi trasero adormecido pero la segunda cosa fue la manta cayendo desde mi espalda. No pude evitar sonrojarme. Él me había cubierto con ella. Tampoco pude evitar emocionarme. ¿Y el que se emociona por cosas mínimas no vino?

No me quedo de otra que acomodar las sillas hasta que una servilleta revoloteo de la mesa al suelo. Mis ojos siguieron su recorrido hasta que toco fondo y me agache a recogerla.

"Gracias por el té de lavanda, me ha ayudado demasiado.

También gracias por tu compañía, chico de la cafetería.

PD: Te deje un regalito en tu pared."

¡DIOS!

Como niño chiquito recorrí todas las paredes con desenfreno mientras trataba de ver algo fuera de lo normal hasta que di con mi objetivo. Me había dejado pegada a la pared con un trozo de cinta adhesiva otra servilleta con su autógrafo escrito en ella.

Sonreí.

Con la mirada recorrí cada una de las líneas una y otra vez hasta aprenderme como era su firma. Sonreí embobado. Creo que debía de cuidar mucho esa firma o no dudaría que terminara siendo vendida por millones por y para las fans.

(...)

No quería hacer nada y prefería mil veces estar en mi cama que estar levantando la pesada cortina de la cafetería. Ni siquiera tuve los ánimos suficientes para elegir un buen atuendo más que una playera suelta con un pantalón igual de suelto de mezclilla y unos simples tenis blancos.

—Maldición, me duele la espalda. —En un intento por tronarla termine con más dolor. —¡Ahg, vamos!

Pero al parecer el universo se apiado de mi por unos escasos segundos pues cuando me agache por el dolor; mis ojos dieron con dos billetes amenazando con irse volando con el viento sin embargo mi codiciosa mano fue más rápida al tomarlos para nunca más dejarlos ir.

El chico de la cafeteríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora