10. Fortepiano

234 53 9
                                    

[♫] East of Heaven feat

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

[♫] East of Heaven feat.Russell Vista - Good Vibes

—Tenemos que ir al ensayo —Por fin Ciro había decidido que era buen momento para deshacerse de mi encierro.

—Ya lo sé, no tienes que recordármelo. —Rodee con fastidio los ojos.

—Salimos en diez. —Como de costumbre, ignoro mi petición. Solo salió de la habitación.

Había fingido dormir, pero la realidad es que solo había desordenado las cobijas y ya. Ni siquiera me había acostado, solo me mantuve sentado en el escritorio pensando en lo bien que había resultado mi escape.

Tenía la energía que no había sentido desde hace ya un tiempo, por lo que ahora el arreglarme no se sentía como algo tormentoso y fastidioso. Ahora ser un chico feliz y sereno no era un espejismo ni mentira si no una realidad muy placentera.

—Me iré en mi moto.

Me encontré con todo el equipo de trabajo en el lobby pero esto último se lo dije especialmente a Ciro.

—No, te iras... —

Ni siquiera me quede a escuchar sus quejas. Simplemente salí y monté mi moto. No iba a permitir que arruinara este día.

Me gustaban las mañanas y más cuando los vecinos de la zona estaban de tan buen humor como para gritarse desde temprano <<sarcasmo>>. Voltee hacia los dueños de esos gritos, pero jamás se me hubiese ocurrido que el protagonista fuera Ale junto con una señora de la tercera edad y que esta última estuviera asomando peligrosamente su cuerpo por la ventana.

¿Debía saludarlo? ¿Lo que habíamos hecho anoche me daba el pase para tratarlo como un amigo o alguien cercano? ¡Claro que sí! ¿O quien le contaría que se había ido de hocico al suelo en una pasarela si no es a una persona de confianza?

Aunque de todos modos no podía darme el lujo de gritarle ni mucho menos llamarle por su nombre si quería que nadie supiera lo de hace algunas horas.

Lo único que me quedo por hacer fue acelerar con la esperanza de que eso captara su atención.

¿Por qué se quedó quiero? Vamos Alexander....

Acelere de nuevo, pero ni siquiera movió un solo dedo. ¿Qué rollo con él?

—¿Por qué no arrancas de una vez? —Hasta el pesado de mi manager había escuchado.

—La estoy calando para descartar problemas —Me excuse.

¿Ale habrá quedado sordo por el tremendo golpe que se metió con la mesa?

Era obstinado y por eso le metí otro acelerón, y cuando al fin volteo sentí una satisfacción tan grande que sin pensármelo mucho celebre gritando y poco me importo que tuviera el casco.

—¡Si! ¡Por fin! —Qué raro. Generalmente siempre es al revés; las personas se mueren por mis muestras de interés, no viceversa.

—Pues si ya la calaste, arranca de una vez que el tiempo es oro. —¿No puede callarse por un par de segundos? Cada vez odio más a mi jefe.

El chico de la cafeteríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora