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— ¿Jungkook, estás aquí?

La voz de Dasha se hizo presente en la habitación dónde pudo ver al recién nombrado pintando un nuevo cuadro, se sentó junto a él y tomó un poco de pintura para ayudarle a terminar mientras se formaba un cálido ambiente para ambos.

— ¿Pudiste hablar con Yerin? —habló el mayor mientras la miraba, a lo que la grisácea negó con una mueca.

— No quiere hablar conmigo, Kook. Sé que está enojada, ¿pero qué más puedo hacer? Mi padre nunca permitiría que estemos juntas.

Soltó un suspiro largo mientras dejaba el pincel a un lado. Era frustrante para ella estar enamorada de una chica sabiendo que sus padres estaban en contra de esas cosas, su padre más que nada.

— Si nunca se lo dices entonces sí será más probable que no las deje estar juntas. No pierdes nada con intentarlo.

— ¿Crees que no lo he intentado? ¡Claro que lo hice! Mi padre en el fondo sabe que me gustan las mujeres, ¿por qué crees que me obligan a casarme contigo? Cuando era adolescente mi nana me delató cuando vió que me besé con una de mis compañeras, gracias a ello nunca la volví a ver.

— Debes enfrentarlos. Posiblemente te ganes un regaño y te deshereden —soltó una risa. — ¿Pero qué importa? Si ya tienes al amor de tu vida contigo, no hay nada que perder.

— Uy, aplícalo también eh. —se levantó de su asiento y lo miró. — Los heterosexuales tienen todo fácil, por eso me caen mal. Pero intenta hablar con ella, más acciones y menos palabras.

Le sonrió y salió de allí, dejando a un Jungkook pensativo. ¿Debía hacerle caso a Dasha? Después de todo Ahri ya había aflojado un poco con él, pero no quería hacer todo ya, quería esperar un poco hasta estar seguro si debía decirle la verdad. No sabía cómo iba a reaccionar la castaña, estaba la posibilidad de que se lo tomara bien pero sabía, sentía que no aceptaría iniciar desde cero tan fácil pero, ¿no perdía con intentarlo, no?

Al terminar de pintar aquel retrato de Ahri no evitó sonreír, a pesar de que apenas se cruzaban recordaba cada detalle de su rostro, hasta el más mínimo. Ahora que había vuelto a vivir a su lado podía verla desde la ventana de su habitación, tal vez quedaba como un maldito stalker pero le gustaba verla en el jardín cuidando de sus flores, observar como organizaba su habitación por la tarde y ver cómo bailaba al ritmo de la música cada vez que lo hacía. La extrañaba, extrañaba sus besos, abrazos, caricias, sonrisas y su risa escandalosa.

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Neighbors;; jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora