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Era un nuevo día, como siempre Ahri se preparaba para irse a trabajar pero ésta vez con alguien mirando cada movimiento desde su cama. Dejó agua y comida para su mascota para después desayunar algo rápido, guardó unas cosas que llevaría en su bolso para después despedirse de aquél pequeño gato y salió de su casa. Antes de subir a su auto, Jungkook la detuvo, al parecer éste también se estaba por otros ya que su auto estaba encendido.

— ¿Ya te irás?

— Sí, hoy debo ir a un evento dónde donaré unas cosas.

— Eso es bueno. ¿Quieres comer conmigo hoy? Ayer no te vi llegar.

— Es que regresé muy tarde. —sonrió de lado. — Mañana podemos salir, hoy no tengo muchas ganas.

— Ayer me dijiste lo mismo. ¿Pasa algo?

Ahri negó. — Sólo que esta semana estaré muy ocupada, no tengo tiempo para salir. Pero prometo que en cuánto esté libre salimos, debo irme ahora.

Dejó un beso en su mejilla y subió a su auto, Jungkook se despidió con su mano hasta que desapareció de su vista. No era tonto, sabía que algo estaba pasando y no le quería decir, conocía a Ahri como la palma de su mano. Sin embargo, no quiso preguntar nada más para no hacerla enojar. Hoy Ahri debía ir a un orfanato dónde compartiría con unos niños y donaría dinero ya que su padre hace unos años atrás había abierto una fundación para ayudar a personas de bajos recursos, ahora era ella quién debía seguir con eso y estaba algo feliz.

Yerim estaría con ella así que la recogió de su casa, en el camino iban hablando sobre el trabajo pero simplemente ella no le prestó mucha atención. Al llegar a aquél lugar fueron recibidas por la directora, quién con una sonrisa se acercó a ellas junto a unas personas más.

— Bienvenida, señorita Shin. Es un placer tenerla aquí.

— El placer es mío, señora Kang. Le presento a Yerim, mi asistente y secretaria. —sonrió mientras veía como aquellas personas le saludaban.

— Vengan con nosotros, les mostraremos el lugar.

Ambas chicas la siguieron, el orfanato era bastante grande ya que la habitaban unas treinta personas en total. Su padre le había comentado anteriormente que esa misma casa compró él, ya que el lugar anterior dónde vivían no era muy presentable debido a que no recibían ayuda del gobierno, cosa que molestó bastante a la castaña. Ahora iban recorriendo la parte que serían los dormitorios, estaba divido en dos ya que uno era de niñas y otro de niños. Todo estaba ordenado, las niñas tenían su propio clóset y cosas femeninas que algunas ya estaban en edad para usar.

— La mayoría de niños fueron ingresados por decisión de los padres. —habló aquélla señora de tercera edad. — Algunos simplemente fueron abandonados por éstos, hay niños que están desde que nacieron aquí.

— ¿Reciben visitas de sus padres? —preguntó.

— No. No son capaces de venir a verlos. —la miró con cierta pena. — Los bebés duermen aquí.

Ingresaron a una gran habitación bien decorada, en el suelo habían juguetes y en las cunas aún dormían dos de ellos. Un dolor en su pecho se hizo presente, sintió un nudo en su garganta mientras evitaba no soltar lágrimas, pero era inevitable no hacerlo al ver a unos bebés tan pequeños como aquéllos.

— Algunos de ellos llegaron con enfermedades graves, otros por maltrato y otros por ser huérfanos. Por eso contamos con enfermería y seguro médico para cada niño que vive aquí, queremos brindarles amor de madre que nunca tuvieron hasta que alguien los adopte.

— ¿Cuántos niños se van de aquí al año?

— Muy pocos. Este año sólo adoptaron dos niñas gemelas. —soltó un suspiro. — Con esto de alquilar vientres muy pocos vienen a adoptar, ellos sólo esperan pero, es muy difícil.

Neighbors;; jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora