Capítulo Veintiséis

97 8 21
                                    

⚠️ Advertencia; posible narración confusa⚠️

.....

España, Madrid, día sin fecha exacta, 1543. Hora, xx:xx

El año era 1543 hace poco España había añadido su nueva adquisición territorial a su Imperio y con ello, una nueva colonia que sus empleados tendrían que educar para ser una colonia fuerte y obediente, quien se supone que tendría la capacodad suficiente de serle de gran utilidad pero nunca la fuerza de voluntad suficiente para siquiera pensar en su independencia.

[...]

Y en el castillo del Imperio Español, se forjó una amistad, una fuerte amistad entre la colonia principal del Imperio Español y la reciente "decepción de oro" que España había logrado conseguir, solo para descubrir que no tenían absolutamente nada de oro en ese territorio, si no más bien tan solo un inútil cobre.

Reino de Chile era aquel entonces, y el otro México, o como al Imperio le gustaba decirle y como lo había nombrado; Nueva España.
Un nombre vomitivo, carente de originalidad en palabras del chileno.

No se sabía cual de los dos era más maltratado (entre los dos), si México al tener un carácter fuerte y difícil de tratar; alguien desobediente con un espirítu inquebrantable que tan solo deseaba volver a su casa con su madre, o el chileno que en aquel entonces era más bajito de los dos metros que medía en la actualidad.
Una colonia que el Imperio Español generalmente utilizaba solamente para maltratarlo y dejar su ira en el, pues a su consideración había sido una tal perdida de recursos cuando lo conquistaron, de lo único que le servía era para tener más esclavos y más territorio. Aunque debía de admitir que hasta el momento, se había interesado bastante en lo fértiles que eran aquellas tierras.

[...]

Con tanto tiempo estando juntos y creciendo lado a lado, Chile no pudo evitar desarrollar sentimientos de admiración hacía México. Admiraba su fuerte espirítu y lo confiado que era, él por otro lado solo lograba ser así una vez entraba en confianza y con toda la situación en la que estaban era difícil conseguir una confianza en si mismo, más esta iba disminuyendo gradualmente.

Con cada golpe, su tolerancia al dolor aumentaba, con cada palabra su odio aumentaba, pero su confianza y voluntad disminuían. Era México quien era el único capaz de defenderle. Eso hasta que sus primos llegaron al Imperio Español, cargando consigo una carta dirigida a el.

Ten. Mi mamá la recibió de la tuya. dijo que no revisara, debe ser importante. —Menciono su primo argentino, extendiendole un sobre de papel. Chile y México por lo que tenían entendido, estos dos habían sido conquistados hace ya años, pero por alguna razón no les habían encontrado hasta aquel entonces.

Chile la tomó con un leve brillo en los ojos, aferrandose a ella con cierta fuerza. ¿Su mamá envió una carta? Eso quería decir que estaba viva. O al menos eso esperaba.

México sin dudarlo ofreció leerla primero para no tener sorpresas inesperadas, pero Chile negó. Sabía como era su mamá, la carta era dirigida a él y nadie más que a él.

Se dirigió a su habitación designada del palacio sentándose sobre el borde de la cama con la carta en mano, sentía como su cuerpo temblaba y su respiración se sentía irreguar, de solo su cuerpo se transfirió a su cama, haciendo esta estremecerse. Apretó con fuerza sus puños, enterrando sus uñas en la palma de su mano.

Controlate... Ahora no. —Se dijo así mismo abriendo la carta con cuidado a medida que volvía solo tener un leve temblor en sus manos, abriendo sus ojos esbozando una sonrisa al ver la letra de su madre en el papel.

『¡Es mi amigos no mames!』─【Mexile】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora