Capítulo Catorce

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Chile estaba pasando por un muy mal momento. Demasiado si me lo preguntan.
Estaba a punto de pisar fondo.
Solo quería que México llegase rápido, o de lo contrario…
No tenía idea en qué locura podría terminar metido.
 
Trataba de estar tranquilo, contando la cantidad de dedos en sus manos, no importaba que tantas veces supiera el resultado, pues era obvio, seguía y seguía contando, tratando de mantener su mente ocupada en cualquier otra cosa.
Chile sabía que México no llegaría de inmediato, por eso debía continuar con su labor mientras pudiera. Tal vez, eso le ayudaría a distraerse.
 
Buscaba mantos y la ropa tradicional, pero no encontraba muchos lugares en donde vendieran aquel tipo de ropa.
Finalmente encontró una tienda, a la que entro y comenzó a mirar buscando uno que fuese de su agrado y que al mismo tiempo fuese indicado para la ocasión.
Al encontrar el indicado, ni siquiera se fijó en el precio, ni cuando la señorita le fue a cobrar, solo estaba concentrado en tenerlo e irse rápido de ahí.
 
Su cabeza daba vueltas y dolía, había estado aguantando las lágrimas por demasiado tiempo, estaba a punto de soltarlas. Empezó a desesperarse, entro rápidamente a una cafetería en la que se escondió en el baño, cerrando este con seguro.
Las lágrimas comenzaron a bajar, no quería, no quería llorar. No debía llorar, estaba mal. O al menos eso sentía.

Subió la manga de su poleron, dejando la piel expuesta, sabía que estaba mal, pero en su momento, parecía que no tenía otra opción.
Encajo su mandíbula en su roja piel, tan fuerte como pudo, probablemente le dejaría una marca.
Las lágrimas disminuyeron, soltó el pedazo de carne de su brazo, y encajó su quijada en otra parte de su brazo. Ya se pudo calmar un poco más.
Otra vez, y otra vez.

Finalmente quedaron 4 marcas de dientes en su antebrazo izquierdo, respiró ya tranquilo. Miro su brazo con odio, regañando a si mismo como un débil de mierda por estar llorando por eso, ¡y en una cafetería! Más mierdita no podía ser.

Su brazo dolía, pero se obligó a aguantarlo, lo lavó un poco y volvió a guardar. También lavó su rostro, quitando todo rastro de haber estado llorando. Prefería que pensaran que era un mariguano antes que dijeran que había estado llorando.

En cuanto salió del baño con sus bolsas, fue al mostrador y pidió un mokachino, junto con una Magdalena. Al fin de al cabo, no se podía usar el baño de clientes si es que no se compraba nada.

Un mensaje llegó a su teléfono.

"Narigon re qliao
-Te falta mucho?"

"-No
-¿Por qué?
-¿Pasó algo con mi mamá?"

"Narigon re qliao
-No, nada
-Esta hablando con Uru
-Mientras se toma un té
-Era para saber cuánto te faltaba"

"-Ya
-Si ya voy en camino"

Tomó sus cosas y guardo su teléfono. Comió rápidamente la Magdalena, y luego de pagar salio de la cafetería con su mokachino en mano, tendría que esperar un remis para poder irse más cómodo a la casa de Argentina.

Faltaban aproximadamente 7, 8 horas para que México llegará. Seria una larga espera.



















































 Seria una larga espera

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Datos extra:

1.-A Mapuche no le gusta el mate.

2.-A Chile, Imperio Español lo traumo con que solo los débiles lloraban. Y como Mapuche siempre le decía que el era fuerte, lo relacionó y ya no se permite a mismo llorar en público.

3.-Uruguay a diferencia de Argentina, es bastante sensible y no le importa que lo vean llorar.

4.-De todas las colonias de Imperio Español, Uruguay junto con Nicaragua eran de los más rebeldes.

—Lamento que este capítulo haya sido mucho más corto que los otros, pero, no les quería dejar sin nada y últimamente he estado muy cansado.
Espero y les haya gustado este pequeño capítulo.

『¡Es mi amigos no mames!』─【Mexile】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora