Capítulo Veinte

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Chile había entrado en un estado de total shock. México acababa de besarle. ¿Cómo se supone que debía reaccionar? Lo había tomado por total sorpresa.

Su mente era un cochambre ahora mismo. Sin siquiera saber que hacer. El se levantó de forma rápida y repentina, sin idea clara en mente.

¿A qué se supone que vino eso? —Pregunto de forma seria sin siquiera mirarle directamente a los ojos. Estaba confundido, pasmado y sobre todo; desesperado. Pues no tenía idea de que venía ahora.

Chile, hay varias cosas que debo decirte. Y la verdad, es que si hice lo que hice, era para saber si todo ésto que me ha estado sucediendo eran sentimientos reales o una simple confusión. —México se levantó de igual forma, queriendo acercarse un poco a Chile, pero no lo hizo. Temía de la reacción del chileno ante su más mínimo movimiento, tal y como en sus sueños.

¿Y a qué conclusión llegaste? —Sus ojos ni siquiera le daban una pasada a México, simplemente veía el suelo o hacia adelante, con la mirada algo perdida la verdad.

A la de que, creo que me gustas de verdad. O mejor dicho; me gustas en serio. Nunca me había dado cuenta, pero ahora me doy cuenta que te he venido amando desde hace ya tiempo, pero siempre lo he negado porque eres mi mejor amigo, pero ya no resistía el no decirte. Especialmente desde... lo que pasó...

Chile volteó a verlo confundido, sin saber a qué se refería.

¿Qué fue lo pasó? —Ya a ese punto ni siquiera usaba modismos, hablaba de forma neutral, signo de que las cosas eran realmente serías.

—...No puedo decírtelo. —México bajo la mirada. Estaba mal, deseaba decirle la verdad, pero, no lo sentía correcto. El chileno ya estaba pasando por demasiado, no debía añadirle más preocupaciones. —Prometo que te lo diré más adelante. Y también, lo lamento, lo lamento por haberte besado sin siquiera saber si mis sentimientos son correspondidos, especialmente en una situación así, fui egoísta al solo pensar en cómo yo me sentía...

Sí. Tienes razón; fuiste egoísta... Pero, no me molesta eso. Yo, solo, necesito pensarlo. —Chile comenzó a alejarse en dirección a su caballo.

¡Chile, espera! —Exclamó el norteamericano acercándose un par de pasos. Sin embargo, el chileno no se detuvo, tan solo continuo su caminata, desató al caballo y tan pronto como se subió dijo;

Necesito estar solo, ¿sí? Ve con mi mamá y cuídala por mí, por favor. —Pidió antes de comenzar a hacer que el caballo empezará a bajar por la colina de forma cuidadosa, pero algo rápido.

El silencio quedó un momento en el aire, México se sintió mal, sentía que la había cagado. Quizás si lo había hecho, pero, ni el se había dado cuenta en cuanto lo hizo, solo, lo hizo, fue un impulso, ¿saben? De esos que uno tiene cuando realmente quiere algo y no lo piensa más de una vez para hacerlo.

Soy un pendejo... —Murmuró mientras se sentaba nuevamente en el piso poniendo sus codos sobre sus rodillas y cubriendo su rostro con ambas palmas de las manos. No tenía ganas de llorar, solo, quería que la tierra se lo tragara. Después de unos minutos desamarro a la yegua y se montó en ella para dar vuelta hacía las cabañas y así ir a cuidar a Mapuche, como Chile se lo había indicado.

9:28 A. M
ཧᜰ꙰ꦿ Chile

Mientras tanto, Chile había rodeado la montaña, yendo aún más lejos, casi a campo abierto.
Se detuvo a las orillas del lago en donde no había nadie. Bajo del caballo y lo amarro al árbol más cercano. Antes de sentarse en la arena y mirar el agua.

『¡Es mi amigos no mames!』─【Mexile】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora