"Tu eres Madonna en la actualidad"
"Le gustan todos los detalles y allí es donde entro yo"
Alex Senna, hija del famoso corredor Ayrton Senna, ha llegado a la Formula 1 para continuar con el legado de su padre, siendo la mujer más importante dentro d...
Alex marcó a la primera persona que se le ocurrió, pudo haberle llamado a sus padres o a su hermano, pero estaba llamando a Max, quien ni tardó en responderle.
—¿Diga?
—Hola, ¿estas ocupado?
—¿Senna? ¿Si sabes que son como las dos de la mañana?
—Si, yo, mierda. —Alex suspiró mirando las calles iluminadas por luces provenientes del bar. —¿Crees que puedas venir por mi?
—¿Estas bien?¿Te sucedió algo? ¿No los chicos estaban contigo?
—Si..., no, yo no, realmente no sabía a quien más llamar solo pensé en ti a decir verdad porque no quiero que los demás chicos me vean así, yo... dios... si no puedes deja ver si mi hermano puede venir o si veo un taxi, ni siquiera se por que te llame a ti en pri...
—¿En donde mierdas estas Senna?
Todos sus pensamientos fueron callados en cuanto él habló.
—En un bar que se llama Eleven.
—No te muevas, llego en cinco.
Alex suspiró y se abrazó a sí misma mientras miraba todo a su alrededor, odiaba sentirse así, odiaba llorar por un hombre que no había valido la pena, pero aún con ello, ya lo sabía, una relación así no podía durar.
¿Pero un final como aquel? Tan de repente fue ridículo que ni siquiera le daban ganas de llorar por la perdida, lloraba por haber permanecido allí.
Ni siquiera se habían dicho adiós.
—¿Senna? —Max le llamó.
—Max. —susurró y se acercó a él. —¿Puedo abrazarte?
Extendió sus brazos, y ella lo abrazo, reconfortándose por completo sintiendo el calor que el cuerpo de Max le brindaba.
—¿Qué sucedió?
—Me acabo de pelear con Paulo por llamada y terminamos, pero, lo siento por haberte pedido que vinieras, Max. —se separó, sorbió ligeramente su nariz y quiso volverlo a abrazar.
—Ven, ponte esto hace frío y no traes suéter. —le tendió la sudadera y la chica la tomó.
—¿Podemos ir a un lugar?
—Si, vamos al carro.
Max tomo la mano de la chica quien se estaba secando las lagrimas restantes y sorbiendo su nariz. Al llegar al auto, el chico le abrió la puerta y ella subió, después él y ambos se quedaron en silencio.
—¿A donde iremos?
—A un mirador, se llama Brickell. —le mostró su teléfono y él chico colocó su teléfono en una base y comenzó a manejar. —¿Puedo poner música?
—Toma, mi teléfono está conectado así que, pon lo que gustes.
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