Capítulo 11: Sorpresas

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Estábamos apoyados en una estructura hecha de ramas en silencio esperando a Minho. Thomas se veía algo ansioso ya que frotaba sus manos y pronto se puso a caminar de un lado para otro al frente de mí.

—Harás un agugero en el suelo si sigues así—le dije en tono de broma.

—Lo siento—me contestó—Es solo que estoy...—soltó un suspiro.

—Estaremos bien, Thomas—mi tono fue seguro—No dejará que nos pase algo, ni a tí, ni a mí, ni al resto—me separé de la estructura y me paré al frente del castaño—y yo daré todo para protegerlos si algo sale mal—finalicé.

En ese momento llegó Minho y para mi sorpresa no estaba solo, junto a él llegaron Sartén, Winston y Zart.

—¿Suficiente?—le preguntó a Thomas, vi a Sartén guardar un cuchillo en una especie de bolsillo.

—Okey—contestó Thomas mientras nos miraba a todos—Es hora—me sentí un poco emocionada, no sabía el por qué.

Los seis partimos hacia el laberinto, ya adentro Minho nos comenzó a guíar por los pasillos, en el transcurso me permití apreciar más aquel lugar, sus paredes gigantes con lianas y musgo, le daba un toque misterioso, la luz del sol que se filtraba por los pasillo dandole a ese lugar un toqué algo mágico, luego recordé a los penitentes y me dio un pequeño escalofríos, si duda alguna esas cosas era terroríficas.

De pronto Minho paró de correr, por lo que todos nos detuvimos, vimos por el pasillo, y allí estaban las patas del penitente y algo parecido a su cuerpo aplastado por las paredes, nos fuimos acercando con el pelinegro al frente.

—Que asqueroso—dijo Zart con desagrado.

—Creo que se me quitaron las ganas de comer—comenté con asco, Winston y Sartén nos miraron con cara de "¿Enserio?" yo solo levante los hombros.

—Estoy viendo algo—soltó Thomas de repente, quien veía fijamente a la cosa aplastada.

—Además de puré de penitente—lo dicho por Sartén me dio mucha gracia por lo que me dieron ganas de reír, pero me aguante, la situación era algo tensa.

Me asomé a ver un poco más de cerca al penitente y efectivamente había algo allí dentro.

—Oye, oye ¿Qué haces?—preguntó Zart con miedo.

Los miré por unos segundos y luego metí mi brazo para intentar sacar la cosa que habíamos visto, me encontraba muy cerca de la cara del penitente, un escalofrío me recorrió el cuerpo, y luego las malditas patas se movieron.

—¡AAAHH!—gritamos todos asustados, yo había retrocedido rápido por el susto, por lo que mi espalda se encontraba pegada al pecho Minho quien estaba detrás de mí, quien a su vez me tomó de la cintura alenajandome del cuerpo del penitente, snetí su corazón acelerado igual que el mío.

—¿No dijiste que estaba muerto?—dijo Sarté algo asustado, Minho me soltó despacio.

—Eso fue ¿un reflejo?—preguntó Zart, nos miramos entre todos aun algo alertas.

—Eso espero—le respondió Winston no muy seguro.

—Oigan—llamó nuestra atención Thomas—Intentemos moverlo—se acercó a la pata del penitente—Al mismo tiempo—todos nos acercamos a tomar una parte —¿Listos? a la de tres—nos ordenó—1, 2, 3—terminó de contar y todos tiramos de la pata del penitente con fuerza, terminamos por caer al piso al arrancar la pata robótica.

—¿Estás bien, Sartén?—preguntó Thomas y lo ayudó a levantarse, yo me paré rápidamente para acercarme al penitente y Minho repitió mi acción.

—Ahí—le señalé al pelinegro, él tomó una parte del monstruo que dentro tenía algo que emite un pitido. Todos vimos atentamente cómo sacaba algo con forma de cilindro y tiraba la parte del penitente al piso, los chicos emitieron una exclamación de asco.

—Oigan ¿Qué es eso?—interrogó el castaño en tono bajo, miré el cilindro junto a Minho y vimos las iniciales que decían C.R.U.E.L con el número 7 rojo en una pequeña pantalla.

—Interesante—dijo el asiático a mi lado, yo me quedé pensativa por unos segundo.

C.R.U.E.L eso lo había escuchado antes en mi sueño, esa mujer rubia decía que C.R.U.E.L era bueno, pero algo no me cuadraba, si era bueno, por que estaba escrito en un monstruo asesino, eso no era muy confiable.

—Sea lo que sea—comenzó diciendo Sartén y todos lo miramos—¿Por qué no lo llevamos al área?—su voz tenía un tono de temor—No me gustaría conocer a sus amigos—finalizó el chico.

—Cierto, se hace tarde—dijo Minho mientras nos miraba—Vámonos—ordenó el pelinegro, por lo que todos comenzamos a correr con él al frente guiandonos.

Al llegar al área nos reunimos los seis que entramos al laberinto junto con Newt y Gally dentro de la choza en la que habían hecho la asamblea.

—Encontramos esto—inició hablando Thomas—Estaba dentro de un penitente—Newt estaba analizando aquel cilindro.

—Son las mismas letras que hay en las provisiones—nos miró el rubio serio y con el ceño algo fruncido.

—Si—le contesté—Quien nos puso aquí obviamente hizo a los penitentes—señale el cilindro que tenía mi amigo en sus manos.

—Es la primera pista concreta de lo que sea que hayan hallado en tres años—levantó la voz Thomas—¿No, Minho?—buscó la aprobación del pelinegro.

—Si—contestó el asiático con voz firme.

—Newt, tenemos que volver allá afuera—le dije al rubio, este levantó la mirada hacia mí no muy seguro—Quién sabe a dónde podría llevarnos—en sus ojos pude ver la duda. Vi como mi amigo rubio intercambiaba mirada con Gally que se encontraba a su izquierda.

—¿Sabes qué intentan hacer, verdad?—definitivamente a Gally no le agradamos con Thomas—Primero rompen las reglas y luego intentan convencernos de que las abandonemos por completo—levantó la voz con un tono duro—Las reglas es lo único que nos ha mantenido unidos—estaba enojado y mucho—¿Por qué las cuestionamos ahora?—podía entender que tuviera miedo al cambio, pero esto era una posibilidad de encontrar una salida—Si Alby estuviera aquí estaría de acuerdo conmigo—Hizo una pausa y volteo a mirarnos a Thomas y a mí—Estos shanks merecen un castigo—nos señaló y volvió a mirar a Newt.

—¿Qué?—solté—Eso no es justo—lo miré molesta—Si, nos arriesgamos al volver al laberinto a ver a un penitente, pero volvimos con algo que posiblemente nos puede llevar a encontrar respuestas y hasta una salida de este maldito lugar—levanté un poco la voz, sentí una mano en mi hombro y vi a Thomas, solté un suspiro de resignación y me limité a cruzar los brazos. Gally me miró molesto.

Todos quedamos en silencio esperando un veredicto de Newt, sentía su mirada en nosotros el ambiente estaba algo tenso. El rubio le dio el cilindro a Minho quien estaba a mi lado derecho.

—Tiene razón—habló Newt—Rompieron las reglas—su voz era seria—Una noche en el pozo sin comida—solté un pequeño suspiro.

—Ay por favor, Newt—soltó enojado Gally—¿Una noche en el pozo?¿Eso impedirá que vayan al laberinto?¿Tú crees?—giré mis ojos con fastidio.

—No—soltó el rubio ligeramente—Y no dejaremos que cualquiera entre al laberinto cuando le plazca—explicó el rubio, mientras todos lo mirábamos, el de cejas raras se cruzó de brazos—Así que lo haremos oficial—mi corazón se comenzó a acelerar—A partir de mañana son corredores—voltee a ver a Minho y este me dio una sonrisa de lado mientras asentía con la cabeza levemente, por mi hubiera dado brincos de felicidad pero no era el momento.

—Wow—soltó el de cejas raras mientras caminaba hacia la salida.

—Gally—le dijo Sartén mientras le tocaba el brazo.

—No, Sartén—le contestó molesto quitando su brazo y saliendo de la choza, el moreno lo siguió.

—Gracias, Newt—le agradeció Thomas al rubio pero este no le dijo nada.


Entrelazados ♡(Minho y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora