Capítulo 8: Laberinto

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Las puertas se cerraron fuertemente, mi respiración y la del castaño era errática, intenté pararme pero seguía un poco conmocionada.

—Gran trabajo—escuché la voz de Minho atrás de nosotros—Es suicidio lo que hicieron—su voz sonaba agotada y molesta, voltie para verlo.

—¿Qué?—balbuceó el castaño que estaba a mi lado.

El pelinegro se dejó caer sentado en el piso, cansado, respirando fuertemente por el cansancio, Me levanté un poco temblorosa y me fuí acercando para ver el estado en el que se encontraba Alby.

—¿Qué le pasó?—preguntó Thomas que se encontraba atrás de mí.

El moreno estaba inconsciente con un golpe en la cabeza, el cual sangraba un poco.

—¿Qué parece?—le respondió de forma irónica el pelinegro—Lo picarón—la respiración se le había regulado un poco, su voz sonaba cansada y algo frustrada.

—¿Qué le pasó en la cabeza?—fue mi turno de preguntar, mientras pasaba suavemente mis dedos por la herida del moreno.

—Hice lo que tenía que hacer—me respondió Minho después de unos segundos de silencio, Thomas lo miró por un instante con el ceño fruncido.

Un fuerte rugido se escuchó entre las paredes del laberinto, el cual me hizo estremecer levemente, luego el sonido del laberinto cambiando resonó entre las paredes. Vimos como el pelinegro se empezaba a levantar con cansancio.

—Bien, ayudenme a levantarlo—nos dijo Thomas, mientras se agachaba a mi lado.

—Hay que correr—terminó de levantarse el asiático—El laberinto ya está cambiando—con Thomas lo miramos.

—Oye, Minho—subió la voz el castaño, se quedaron unos segundo en silencio

—No podemos dejarlo aquí—dije con voz baja, mientras veía la espalda del pelinegro que estaba delante de nosotros.

Se dió vuelta lentamente para vernos, soltó un fuerte suspiro, mientras giraba los ojos.

Se acercó rápidamente, pasó el brazo derecho de Alby por su hombro mientras que Thomas hizo lo mismo con el izquierdo, fuí a ayudarlos tomando las piernas del moreno. Comenzamos a caminar apresuradamente a través del laberinto con la guía del asiático.

—Más rápido—nos ordenó el líder de los corredores con voz cansada, apresuramos nuestros pasos, y giramos en una esquina.

—¿Ahora donde?—preguntó Thomas con dificultad.

—Hay que sentarlo—nos dijo Minho, mientras miraba por los pasillos del laberinto—Siéntenlo—nos ordenó, soltando jadeos de cansancio.

Bajámos al moreno y lo apoyamos contra una de las paredes de los muros, nos quedamos un momento regulando nuestras respiraciones, cuando de repente escuchamos un fuerte grito, que nos puso alerta.

—Esto no va a funcionar—soltó el pelinegro, lo miré incrédula—Tenemos que irnos—se levantó rápido y comenzó a mirar los pasillo—Tenemos que irnos—repitió de forma apresurada.

—No podemos dejar a Alby—me levanté velozmente mientras fruncia mi ceño.

—Tenemos que hacer algo—me apoyó Thomas—Tenemos que ocultarlo—aún se encontraba de cuclillas al lado del moreno.

—¿Dónde?—se dió vuelta el pelinegro hacia nosotros, su voz ya sonaba desesperada.

—No lo sé, Minho—le respondió el castaño de forma dura.

Entrelazados ♡(Minho y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora