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— JIMIN —

Un día, estamos a tan solo un día de que Tae se vaya a la universidad y de que yo tenga que irme a vivir con él idiota de Jungkook, tan solo veinticuatro horas me separan de mi nueva vida, que tendré que compartir con un chico que es la pesadilla de cualquier persona con sentido común.

Es viernes por la noche, mi madre y los padres de Tae y Jungkook han decidido invitarnos a un restaurante para conmemorar el comienzo de de la nueva vida de Tae y yo, en realidad, lo que menos quiero en este momento es ir con nuestros padres a comer, yo preferiría estar a solas con Tae, nos quedan solo veinticuatro horas antes de alejarnos por quién sabe cuanto tiempo, pero mi madre se ha puesto nostálgica porque su único hijo va a irse a la universidad y a pesar de que estoy molesto con ella por haberme arrendado un apartamento para compartir con Jungkook a mis espaldas, no puedo decirle que no.

Yo soy un blandengue, y Sthela siempre se sale con la suya, solo basta que me dirija una mirada de perro arrepentido y entonces estoy a sus pies. Cómo esta noche, en que me estoy vistiendo muy formalmente para ir al mejor y más pomposo restaurant en Prescott.

Voy el espejo de cuerpo entero después de haberme puesto mi ropa y aliso el saco oscuro que estoy usando, es bastante sencillo pero me gusta precisamente por eso, yo jamás he sido un chico extravagante, me gusta lo sencillo, las cosas fáciles y sin dramas, me gusta mi vecindario, en el que nunca sucede mucho, me gusta mi novio, que me hace sentir seguro, en general, me gusta mi vida.

Me acomodo los zapatos negros y me sonrío al espejo al ver mi imagen, estoy perfecto, el atuendo queda con mi piel que está más bronceada que de costumbre por todo el solo que he tomado tumbado en la piscina de Tae, por último, acomodo mi cabello, mi pongo algo sutil de maquillaje, casi nada y termino guardando mis cosas en mi bolso.

— Mamá, ya estoy listo para irnos — le gritó, saliendo de mi habitación, pero ella no responde.

Voy hasta su habitación que tiene la puerta medianamente abierta y la veo sentada en la cama leyendo algo en su celular, no sé qué sea, pero estoy seguro de que no se tratan de buenas noticias por el gesto que tiene en su rostro.

— Mamá, ¿Qué sucede? — le preguntó desde el marco de la puerta que he abierto por completo.

— Nada, cariño — ella intenta sonreírme, pero es bastante obvio que ha estado llorando.

— ¿Por qué estás llorando? — inquiero frunciendo el ceño.

— Nada importante, solo son esas noticias de perritos rescatados que me ponen sentimental — suelta, sorbe un poco su nariz y se pone de pie, yo sé que me está mintiendo, pero no pregunto nada más al respecto, si no me ha dicho la verdad es porque no quiere hablar y yo no quiero presionarla — ¿Todo listo? — pregunta.

— Si — asiento y la veo de pies a cabeza, mi madre está usando un vestido ajustado, color negro que le llega hasta las rodillas y tiene una abertura desde la mitad del muslo de la pierna izquierda, le queda como un guante, solo Sthela Park puede ponerse un vestido como ese y verse como una completa diosa.

Mi madre madre es muy guapa, y no pierde oportunidad para sacar provecho de eso.

— Vamos, cariño — ella me toma del brazo y sale conmigo, bajamos las escaleras de la casa y vamos hasta el auto que está aparcado en el entrada.

Bajo sus sábanas ; fanfic kmWhere stories live. Discover now