Parte 15

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AUTOR.

Había pasado un mes y medio desde que empezó a salir con ella y no había podido sacarle nada. Compartió momentos agradables, no sabía lo que era aburrirse cuando estaba con ella. La mujer era muy agradable, aparte de hermosa, quizás si no tuviera otra mujer clavada en el pecho, sobre todo, si no estuviera en una misión, aún más, si ella no perteneciera a la banda de narcotraficantes que había estado siguiendo por más de cuatro años, se daría una oportunidad.

Pero su acercamiento hacia Olivia solo era laboral, si salía con ella era para que lo acercara a Ignacio, y tal parecía que ese día había llegado.

De camino a la mansión Brown no dejó de sentirse nervioso, y no era porque estaría frente a ese hombre, si no que, después de un mes y medio la volvería a ver, aunque sabía que su presencia en esa casa lo dejaría al descubierto ante ella, no le importaba. Ya no le importaba que Ana Paula supiera lo que él era, sonrió en sus adentros al pensar que, sabiendo lo que él era, ella entendería porque la alejó.

Estaba muy seguro del amor que ella sentía por él, que sería incapaz de delatarlo. Y si lo hacía, no la juzgaría.

Cuando la tuvo en frente sintió su corazón acelerarse. Por un momento deseó correr a ella, abrazarla y besarla, pedirle perdón por la forma tan tosca que la sacó de su vida, pero cuando supiera porque lo había hecho, ella lo perdonaría.

Al momento que Ignacio se acercó a Ana Paula y le dio un beso, la sangre de Milo empezó a hervir, sus venas se engruesaron sintiendo una calentura feroz recorrer en su interior. Si no hubiera estado en terrenos peligrosos, si no supiera controlar la ira hubiera terminado estrellando su puño contra él. 

Ignacio sonrió de medio lado al ver cómo el semblante de Milo cambió, aunque el hombre trató de disimular los celos, a un Ignacio que conocía perfectamente la relación que tuvo su esposa con ese hombre, no podían engañarlo.

Ana Paula no se había cansado de repetirle cada noche mientras la hacía suya que, deseaba ser suya por siempre. Se había acostumbrado tanto a ella, que estaba dejando fluir los sentimientos los cuales cada día incrementaban a una velocidad y magnitud jamás antes sentidos. Y antes de entregarle por completo su corazón, antes de segarse por amor, quiso ver desde cerca la reacción que tendría al momento que viera a ese hombre.

Aunque la sentía suya, aunque cada vez que se amaban la sentía entregada, Ignacio no podía estar seguro de que ella hubiera olvidado a ese hombre y le hubiera dejado aquel espacio para él. Antes de creer ciegamente tenía que ponerla a prueba.

—Ella es mi esposa —comentó rodeándole con un brazo desde la cintura.

Milo sintió repulsión por la hipocresía de aquel hombre. No comprendía el juego que estaba realizando. Estaba completamente seguro de que todo era un juego, para Milo no era un secreto que Ignacio conocía la relación que mantuvo con Ana Paula. Sabía perfectamente que ese hombre estaba al tanto de todo, que sabía quién era en la vida de Ana.

Sin embargo, le había permitido el ingreso a su casa, incluso le saludaba amablemente como si no supiera quién era, estaba fingiendo no conocerlo cuando hace meses atrás había enviado a investigarlo, incluso se había dado cuenta que lo estaban siguiendo.

¿Qué se traía ese hombre entre manos?

¿Por qué estaba fingiendo no conocerlo incluso mostrando amabilidad?

No sintió miedo alguno, pues a él no le asustaban los mafiosos, al contrario, los despreciaba por todo lo que ocasionaban en la vida de las personas frágiles.

Milo Davis despreciaba a Ignacio Brown por varias razones, la más importante era por la reputación que este tenía, y la otra era, porque ese hombre tenía atrapada a la mujer que amaba, y aunque quiso ayudarla, liberarla de esa cárcel no pudo, y por ello tuvo que acceder a que se entregara a él, incluso que le diera un hijo para al fin poder ser liberada.

Aunque sabía que tanto Olivia como Ignacio conocían la relación que mantuvo con Ana Paula, aunque ella sabía quién era, decidió fingir, decidió ser hipócrita como Ignacio y Olivia, decidió saludar a Ana Paula como si apenas la conociera.

—Un gusto conocerla, señora —al estrecharle la mano, Ignacio direccionó su mirada en Ana Paula, quien se había quedado anonada por todo lo que estaba ocurriendo.

Ver a Milo ahí fue una impresión muy grande, más al escuchar a Olivia decir que, era su novio, incluso ver cómo Ignacio fingía no conocer a ese hombre, por consiguiente, Milo siguiéndole la corriente.

Sin decir nada giró el rostro y conectó la mirada con su esposo, este le sonrió y aclaró la garganta.

—Pasemos al jardín —Ignacio tomó la mano de Ana Paula y fueron los primeros en salir. Está última caminaba sin tener voluntad, seguía intrigada por lo que había sucedido.

—Vamos cariño —Olivia se colgó del brazo de Milo. Este sonrió en sus adentros y siguió al hombre que más detestaba en su vida.

—¿Qué significa esto Ignacio? —cuestionó Ana Paula al llegar a la mesa.

—¿Qué cosa? —restándole importancia a la pregunta de su esposa le abrió la silla. Ella le lanzó una mirada fulminante y estaba por reprochar cuando él se acercó y le susurró al oído —Relájate.

Ya sentados, Ignacio fue el primero en interactuar—. Y cuéntame, ¿a qué te dedicas... Milo?, así dices que te llamas, ¿cierto? —la hipocresía era el factor principal en esa mesa, las cuatro personas que la compartían sabían perfectamente quien era quien, simplemente decidieron fingir hasta ver quién se picaba primero.

—Si, ese es mi nombre —Ignacio arqueó una ceja—. Soy profesor de gimnasia, por la tarde doy clases en una academia, en las mañanas trabajo en un GYM.

—Una vida poco complicada —refuta con media sonrisa.

—Si, una vida sin complicaciones —replicó entre dientes mientras veía la mano de Ana Paula e Ignacio agarrada. Este último llevó la mano de su esposa a sus labios y palmó un suave beso.

Milo acababa de descubrir las intenciones de Ignacio, incluso pensó que eran las de Ana Paula. Las cuales eran sacarle celos hasta llevarlo a perder la cabeza. Lo que ellos no sabían era que, él estaba entrenado para soportar cualquier cosa, incluso para ver al amor de su vida en brazos de otro.

Pero si ellos querían jugar de esa forma, él jugaría.

Inhalando profundo dirigió la mirada a Olivia, ella molía con lentitud la comida que hace no más de cinco minutos había sido colocada en la mesa. Al momento que la miró, notó que las comisuras de la elegante mujer se encontraban manchadas por la salsa blanca. Llevando la mano aquellos labios limpió la parte embarrada de salsa, aquella acción hizo que Ana Paula dirigiera la mirada a otra parte.

—¿Y tú en qué trabajas? —inquirió al tiempo que conectaba su mirada con las de él— Olivia me ha hablado mucho de ti, no hay día que no deje de mencionarte —se sintió satisfecho cuando vio que la mano de Ana Paula ya no estaba unida a la de Ignacio.

—Tampoco exageres cariño —ambos forzaron una sonrisa, se miraron y acercaron su rostro para darse un beso, beso que provocó que Ana Paula se levantara.

—Iré al baño —se había cansado de estar fingiendo delante de esos dos. No sabía si Olivia tenía conocimiento de la relación que ella mantuvo con Milo, pero si sabía que esos dos estaban conscientes de ello.

Mientras ella partía Ignacio no dejó de contemplarla. Ver la cara de desilusión de Ignacio fue satisfacción para Milo—. Soy un empresario —dijo regresando la mirada a su rival—. Tengo una empresa de transporte, Aéreo y náutico.

—¿Y qué trasportas? —continúo cuestionando. Ignacio le regaló una media sonrisa, seguido agarró la copa en su mano derecha y con elegancia la llevó a su boca. Aquellos labios rozaron la corteza de la copa, y saborearon el dulce jugo.

—Cualquier tipo de productos —se retaron con la mirada. No había insulto de por medio, menos golpes, pero en la mirada se notaba que esas eran las ganas que se tenían—. Ya vuelvo —Ignacio se levantó y fue por Ana Paula.

La suela de sus negros y brillantes zapatos sonaban al caminar, y fue ese sonido que alertó a Ana Paula, quien inmediatamente limpió las lágrimas que se habían desprendido de sus ojos. Al ver a Ignacio se acercó y recriminó.

—¿Por qué haces esto? 


NO OLVIDEN PINCHAR EN LA ESTRELLITA NEGRE DE LA PARTE IZQUIERDA. ESO AYUDARÍA MUCHO A MI LIBRO. 

Ignacio BrownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora