• II

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Al día siguiente, Fernanda llegó temprano a la empresa, luciendo impecable en un conjunto elegante. Mayte la recibió con una leve sonrisa, consciente de que muchos de sus empleados comenzaban con entusiasmo el primer día, solo para desinflarse con el tiempo. Sin embargo, algo en Fernanda la hacía creer que sería diferente.

"Me alegra que hayas sido puntual, solo espero que con el tiempo eso no cambie," dijo Mayte con dureza. "Hoy te llevaré a conocer la empresa, así puedas adaptarte mejor."

Fernanda asintió suavemente, sin mostrarse nerviosa. Mayte se levantó con cuidado de su asiento y Fernanda sintió como su corazón latía con lentitud al verla de cuerpo completo. Estaba vestida casi igual que el día anterior, pero esta vez con un toque de color que le resaltaba perfectamente.

Cuando Mayte pasó por al lado de Fernanda para caminar hacía la puerta, ella logró sentir el dulce y fuerte aroma que Mayte desprendía, quedando completamente embriagada. Escucho un carraspeo detrás suyo, y al darse la vuelta, se encontró con Mayte mirándola seriamente, esperando por ella. Fernanda, con la vergüenza en sus mejillas, aclaró su garganta y salió de la oficina.

A medida que caminaban por los pasillos, Fernanda quedó maravillada por las modernas instalaciones y la eficiencia que Mayte mantenía en cada departamento.
También tuvieron un encuentro con Isabel, quien se presentó amablemente con Fernanda.

"Es un placer conocerte, Fernanda. Me alegra que mi hermana lograra encontrar a alguien que la ayude," dijo extendiendo la mano.

Fernanda sonrió, estrechando su mano con la de Isabel, impresionada por su calidez en comparación a la seriedad de Mayte.

Cuando regresaron a la oficina de Mayte, Fernanda entró primero y esperó a que Mayte cerrara la puerta. Mayte se tomó un momento para observar a Fernanda desde atrás. Sacudió su cabeza y se sentó en su asiento, invitando a Fernanda a hacer lo mismo.

"Siéntate, Fernanda. Vamos a repasar algunas instrucciones básicas," dijo Mayte con voz firme, manteniendo su profesionalismo.

Fernanda se sentó frente a Mayte, esperando con atención. Mayte comenzó a explicarle las tareas que tendría que realizar.

"Aquí tienes la agenda con todas las reuniones y eventos programados para este mes. Necesito que te familiarices con ella y que me ayudes a gestionar cualquier cambio," dijo Mayte, pasando la agenda a Fernanda.

Mientras hablaba, sus miradas se cruzaron por unos segundos. Mayte sintió un inesperado nerviosismo al ver los ojos de Fernanda, pero rápidamente bajó la mirada para no mostrarlo. Mantuvo su tono firme y continuó con las indicaciones, explicando cada detalle con precisión. Fernanda captaba todo rápidamente, demostrando su eficiencia.

Después de finalizar las instrucciones, Mayte se levantó y le indicó a Fernanda que la siguiera. Salieron de la oficina y Mayte le mostró el escritorio donde se instalaría, justo afuera de su oficina.

"Este será tu espacio de trabajo. Si necesitas algo, no dudes en pedírmelo," dijo Mayte, intentando sonar lo más cordial posible, sin excederse en amabilidad.

Fernanda asintió y comenzó a organizar su nuevo espacio. Justo en ese momento, su celular sonó. Fernanda miró la pantalla y vio que era su hermana. Mayte, notando la llamada, decidió darle privacidad y entró a su oficina, pero no pudo evitar seguir observándola desde su escritorio.

Fernanda contestó la llamada, algo molesta por la interrupción. "Clau, ¿qué pasa?," dijo en voz baja, intentando no molestar a los demás.

Mayte, desde su oficina, la miraba con curiosidad, tratando de entender de qué o con quién hablaba. Aunque sabía que no debería, no podía apartar la vista de ella.

ENTRA EN MI VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora