Mayte llegó a su casa e hizo su rutina de siempre. Se dirigió a la sala en lugar de la cama, con el corazón palpitando en sus oídos. Se sirvió una copa de vino y marcó el número de su abogado, temblando ligeramente.
"Necesito que inicie con el proceso de divorcio", dijo firmemente. Cuando la llamada llegó a su fin, dio un sorbo a su copa, sintiendo como el vino calmaba un poco sus nervios.
El sonido de la puerta principal abriéndose rompió el silencio. Gerardo entró, tambaleándose ligeramente, con el rostro enrojecido y los ojos vidriosos por el alcohol. Al verla sentada, arrojó su saco al sofá con desdén, la rabia claramente dibujada en su rostro.
"Tenemos que hablar," dijo Mayte, con su voz firme y determinada, levantándose para enfrentarlo.
"¿Quieres pelear?", respondió él, su tono lleno de sarcasmo, ignorándola mientras se dirigía hacia las escaleras.
"Quiero el divorcio", soltó Mayte, sintiendo como sus nervios crecían.
Él se dio la vuelta bruscamente, sus ojos llenos de furia y confusión. "¿Estás loca?".
"No, sé lo que estoy diciendo", respondió Mayte, manteniendo su postura fuerte.
"¿Tienes a otra persona?", le preguntó él, acercándose con una mirada amenazante.
"No te voy a responder esa pregunta", respondió, mirándolo a los ojos, sintiendo como sus latidos se aceleraban.
"¡Claro que tienes a otra persona!", gritó él, acercándose más, su aliento apestando a alcohol. "No te daré el divorcio".
Mayte suspiró. "Facilítanos la vida a ambos, Gerardo. Ya no nos amamos y no queremos estar juntos. Lo mejor es separarnos".
"¿Tirar veinte años de matrimonio a la basura por un capricho? ¡Eres una estúpida!", gritó, acercándose a ella con intención de golpearla.
"¿Me vas a pegar? ¡Pégame, Gerardo! Pero me encargaré de que te refundas en la cárcel por maltrato".
Él se detuvo en seco, respirando pesadamente. Después de un momento, suspiró y le habló en un tono más controlado.
"Piensa las cosas, Mayte. Podemos trabajar en nuestra relación. Estás actuando por impulso... Me voy a ir para que pienses con claridad y mañana hablamos con calma".
"No tengo nada que pensar, Gerardo, estoy segura de lo que quiero", insistió Mayte, pero él ya no la escuchaba. Agarró su saco y salió de la casa, cerrando la puerta con fuerza.
Mayte se dejó caer en el sofá y cerró los ojos, intentando calmarse. Soltó un suspiro y dio un último sorbo a su copa antes de subir las escaleras. Entró a su habitación y buscó sus gotas para dormir. Luego, se recostó en la cama a la espera de que el sueño se apoderara de ella.
Mayte llegó a la oficina, intentando mantener su mente enfocada en el trabajo. Cuando vio a Fernanda acomodando sus cosas en su escritorio, su corazón dio un vuelco. Se acercó a ella, cuidando que nadie la viera, y le puso una mano en la cintura, susurrándole al odio: "Buenos días, mi amor", antes de apartarse rápidamente.
Fernanda cerró los ojos un instante, mordiéndose el labio y sonriendo antes de darse la vuelta para ver a Mayte entrando a su oficina. Termino de instalarse y rápidamente se dedicó a trabajar, aunque no podía pasar desapercibido las miradas de Mayte hacia ella. Mayte, sin contenerse más, la llamó.
Fernanda entró a la oficina con una sonrisa nerviosa en sus labios. Mayte se levantó, cerró las persianas y se acercó a Fernanda, tomándola por la cintura y besándola intensamente. Fernanda correspondió feliz, dejando que sus cuerpos se acercaran.
"Estoy tan feliz de tenerte otra vez a mi lado.", susurró Mayte, sus ojos brillando de emoción.
"Yo también, Mayte", respondió Fernanda. "¿Cómo te fue anoche con tu esposo?".
Mayte suspiró y se recostó contra su escritorio, cruzada de brazos. Fernanda hizo lo mismo, apoyándose cerca. Mayte le contó todo con calma, y Fernanda la escuchaba atentamente.
Cuando terminó de contarle todo, Fernanda tomó suavemente el mentón de Mayte, conectando sus miradas. "Todo estará bien, amor", se acercó y le dio un beso, beso que Mayte intensificó, tomándola de las mejillas con pasión.
En ese momento, la puerta se abrió de golpe. Gerardo estaba allí, perplejo ante la escena. Ellas se separaron rápidamente, el ambiente llenándose de tensión.
Él cerró la puerta y rió amargamente, negando con la cabeza. "¿Es en serio? ¿Me cambiaste por una mujer?... ¡Maldita perra!".
"¡Tú no vas a venir a mi oficina a insultarme de esa manera! A mí me respetas, Gerardo. Y me haces el favor de legarte", dijo Mayte con fuerza.
Él la miró con odio. "Esto no se va a quedar así, María Teresa", dijo, lanzando una última mirada de desprecio a Fernanda antes de salir.
Cuando la puerta se cerró, Mayte suspiró profundamente y golpeó su escritorio con frustración. Luego, miró a Fernanda con una sonrisa torcida. "Lo siento", susurró.
Fernanda la abrazó, acariciando suavemente la espalda de Mayte. "Está bien, May. Tranquila".
Más tarde, Isabel se acercó al escritorio de Fernanda con una sonrisa cómplice. "Ya sé todo sobre tu relación con Mayte", dijo en voz baja. "Y estoy muy feliz por ambas. Prometo ser la mejor cuñada del mundo".
Fernanda soltó una risa suave. "No tengo ni la menor duda de que lo serás".
"Hazla feliz, María Fernanda. No quiero ver a mi hermana sufrir otra vez", dijo Isabel antes de retirarse.
En la noche, Mayte y Fernanda salieron juntas al estacionamiento. Al acercarse a Héctor, él sonrió al ver a Fernanda al lado de Mayte.
"Héctor", dijo, llamando la atención de su chofer. "Necesito que vayas a mi casa y le pidas a Mica que me prepare un cambio de ropa para mañana y, por favor, lo llevas a casa de Fernanda".
"¿Se quedará con Fernanda esta noche?", preguntó él, con un poco de seriedad en su tono.
Mayte lo miró con el ceño fruncido. "Sí, ¿algún problema con eso?".
Él se tensó un poco ante la respuesta de Mayte. "No, señora. Lo siento", se disculpó rápidamente y se despidió.
Mientras caminaban hacia el auto de Fernanda, esta le sonrió ligeramente. "No seas tan dura con él, Mayte".
Mayte suspiró, relajando un poco su expresión. "Lo siento, Fer, pero así soy yo y no puedo cambiarlo".
Fernanda la miró con ternura, deteniéndose un momento. "Pero conmigo sí cambiaste eso".
Mayte le sonrió, mirándola con amor. "Es diferente, porque estoy enamorada de ti".
Fernanda sonrió y, aunque quería besarla en ese momento, se contuvo hasta que entraron al auto, donde le dio un beso rápido.
Al llegar a la casa de Fernanda, esta se dispuso a preparar la cena. Mayte se sentó a observarla, mientras conversaban sobre trivialidades y se reían juntas. Cuando el timbre sonó, Mayte se ofreció a abrir la puerta.Abrió la puerta y vio a Héctor, mirándola con una ligera sonrisa. Él observó el interior de la casa antes de devolver su mirada a Mayte, entregándole sus cosas.
"Gracias, Héctor. Buenas noches", le dijo Mayte y él asintió antes de irse.
Luego de que él se fuera, ambas se dedicaron a disfrutar de la cena que Fernanda había preparado. Conversaron y rieron mientras comían.
Cuando terminaron de cenar, se acostaron en la cama, abrazadas, mientras se besaban suavemente. Sus besos eran pausados y llenos de amor, disfrutando de la cercanía compartida. Cuando se separaron, se sonrieron, y Mayte le dejó un beso rápido en los labios antes de recostarse en el pecho de Fernanda, abrazándola con más fuerza y aspirando su aroma.
Fernanda le acariciaba el cabello con delicadeza y le dejó un beso en la cabeza antes de cerrar los ojos, sintiendo encima el cansancio del día. Sus respiraciones se volvieron lentas y finalmente, se quedaron dormidas.
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ENTRA EN MI VIDA
FanfictionMayte Lascurain, una mujer fuerte y exitosa, atrapada en un matrimonio tóxico, encuentra un inesperado consuelo en su asistente, Fernanda Meade. Tras una serie de eventos que revelan las vulnerabilidades de Mayte, ambas mujeres empiezan a explorar u...