• VI

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Los días pasaron, y poco a poco, Mayte y Fernanda se encontraron más unidas. La confianza entre ellas crecía, y Mayte a veces solía ser más ligera con Fernanda, aunque siempre mantenía su actitud fuerte y profesional. Esta nueva dinámica hacía que el ambiente en la oficina fuera más ameno, creando un espacio donde ambas podían trabajar más cómodamente.

Una mañana, Isabel y Fernanda se encontraban en la empresa, preocupadas porque Mayte aún no llegaba. Las llamadas sin contestar solo aumentaban la ansiedad de Isabel. Tenían una reunión importante que debía liderar junto con Mayte, y la idea de hacerlo sola la angustiaba profundamente. Fernanda, tratando de calmarla, también intentaba comunicarse con Mayte, pero sin éxito.

"¿Dónde carajos está Mayte?," preguntó Isabel, claramente frustrada.

"No lo sé, Isa," respondió Fernanda, también preocupada. "Siempre es puntual. Algo debe haber pasado".

Isabel decidió llamar a la empleada de su hermana. "¿Cómo que no se ha levantado?," exclamó Isabel , sintiendo su corazón acelerarse. "¡Tenemos una reunión muy importante!".

En ese momento, Isabel vio a los socios de la reunión salir del elevador. Sintió su corazón acelerarse aún más y colgó la llamada de inmediato. "Están aquí," susurró con pánico en su voz. "Fernanda, por lo que más quieras ayúdame. Llevas días trabajando esto con Mayte, lo conoces mejor que yo. Por favor."

Los hombres se acercaron a ellas e Isabel los saludó nerviosa, intentando mantener la compostura. "Buenos días. Mi hermana llegará en breve. Por favor, acompañenme a la sala de reuniones", dijo, intentando sonar más segura de lo que se sentía.

Fernanda, comprendiendo la desesperación de Isabel, se acercó a ella y la tomó del brazo. "Está bien, te ayudaré. Vamos".

Isabel le sonrió, agradecida. Caminaron juntas a la sala de reuniones y Fernanda soltó un largo suspiro antes de empezar.

Mientras tanto, la empleada de Mayte subió rápidamente las escaleras y entró a la habitación. "Señora Mayte, es tarde. Su hermana está preocupada. Tienen una reunión importante," dijo, despertándola suavemente.

Mayte se levantó de un salto, maldiciendo por haberse quedado dormida. "¿Qué hora es?," preguntó con prisa.

"Es tarde, señora," respondió, mientras Mayte se dirigía a ducharse.

"Por favor, dile a Héctor que prepare el auto," ordenó Mayte mientras caminaba hacia el baño y cerró la puerta con fuerza.

Luego de su ducha, Mayte se vistió lo más rápido que pudo y emprendió camino hacia la empresa. Al llegar, notó una inusual calma en el ambiente. Se dirigió primero a la oficina de Isabel para preguntarle por la reunión y la encontró tomando tequila con Fernanda.

"Hasta que apareces, María Teresa," dijo Isabel, sirviéndose otro vasito.

"Buenos días, María Isabel, Fernanda. ¿Qué pasó con la reunión?," preguntó, mirando a su hermana con una ceja alzada.

Isabel le contó entusiasmada que habían liderado la reunión juntas y que fue todo un éxito. "Tienes a la mejor asistente del mundo," miró a Fernanda con una sonrisa y se tomó de un sorbo su tequila.

Mayte, sorprendida, miró a Fernanda con una sutil sonrisa. "Gracias por ayudarla."

Fernanda asintió suavemente, devolviéndole la sonrisa. Sus miradas se encontraron de una manera especial, haciendo que el mundo desapareciera para ambas. Isabel, notando el cruce de miradas y la tensión palpable en el aire, interrumpió el momento preguntándole a Mayte qué le había pasado, por qué no llegó temprano como siempre. Mayte, volviendo a su seriedad habitual, le dijo que tuvo una mala noche y se quedó dormida.

ENTRA EN MI VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora