Dónde Jennie es una omega típica que sólo se dedica a su esposa y a sus hijas.
Pero su sueño de una familia feliz se rompe cuando ve que ha estado luchando por un amor que ya está roto desde hace mucho, mucho tiempo.
jennie + jisoo
(jensoo)
angst...
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Jennie trató de concentrarse en todo momento en su cachorrita en lo que fue el viaje a casa.
Lo primero que hizo al salir del centro comercial fue pedir un taxi, incapaz de ir en metro con todas las bolsas que llevaba, así que no le importó pagar la enorme suma que le saldría sólo para ir más calmada.
Y, santo dios, calma era lo que necesitaba en ese momento.
—Mami —habló ChaeWon, llamando su atención, y Jennie se forzó a concentrarse en ella—, esa mujer... she's nice.
Trató de sonreír con tranquilidad, con el corazón acelerado fuertemente y el dolor en la boca de su estómago. Recordar lo que había pasado sólo minutos atrás, con JiSoo observándola a su lado mientras ellas hablaban...
Ella ni siquiera podía entender cómo no había colapsado en ese momento. El por qué todavía no colapsaba.
Rememorarlo se sentía como si hubiera sido un sueño. Como si los bordes de lo que veía se difuminaran, y frente a ella, sólo pudiera ver a JiSoo, con ese rostro más duro, tan demacrado y triste, como si hubiera atravesado una larga enfermedad. A veces, cuando veía las noticias, hacían esos reportajes: lo que podía provocar la separación forzada entre un alfa y un omega que tenían un lazo profundo.
—¿Te agradó? —preguntó Jennie, acariciándole el suave cabellito a su niña—. ¿Te parece si la vemos mañana? Mañana iremos al supermercado para comprar comida para tu cumpleaños.
—¡Bueeeeeeno! —la niña alargó la palabra, sonriendo feliz—. ¡Te kiedo! Esa mujed... ¡me a-u-do!
—Sí, sí... —Jennie la abrazó con fuerza—. Nunca más salgas así, ¿entendido? Siempre tienes que estar a mi lado.
ChaeWon se lo prometió y le devolvió el abrazo, suspirando por la tranquilidad. Su mente todavía no procesaba correctamente lo que acababa de ocurrir y, por lo mismo, todavía no daba paso al miedo de lo que la llegada de JiSoo significaba para ella. Para sus hijas. Para ChaeWon.
No tardó en llegar a su casa, pagando el taxi y dejando que ChaeWon cargara con una de las bolsas más pequeñas. Ya había oscurecido parcialmente a esas alturas, por lo que no fue una sorpresa cuando, al abrir la puerta de su casa, sus tres hijas aparecieron.
—¿Mamá? ¡Mamá, ¿dónde estabas?! —exclamó Rosé, dirigiéndose hacia ella.
—¡Es muy tarde! —alegó MinJeong, apoyando a su hermana mayor y acercándose—. ¡Nos empezábamos a preocupar!
—¿Ha pasado algo? — SullYoon, que había estado en el sofá, se puso de pie—. Estás un poco pálida, mamá, ¿estuviste llorando?
Jennie sintió su corazón cayendo por el miedo repentino, sin saber exactamente que era lo que debía hacer o decir. ¿Decirles la verdad? Eso sería un desastre enorme, no tenía que ser una adivina para saberlo. Sería catastrófico y causaría que sus cachorritas se desbordaran. Lo tenía más que claro.