Capítulo 1

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Hoy es 8 de enero, o al menos lo sería en la Tierra, el planeta de donde provienen mis padres. Me habían obsequiado un calendario de su mundo natal cuando cumplí los dieciséis años.

Me levanté debido a que Jessy había puesto su música punk a todo volumen mientras acaparaba el baño. Jessy es mi compañera de cuarto, vivimos juntas en el complejo B1, en el penthouse del último piso. Al principio vivía en el edificio de mis padres, pero tras su fallecimiento era todo muy deprimente, hasta que conocí a Jessy y me mudé con ella; es muy buena chica, aunque muy diferente a mi, pero nos complementamos por eso mismo.

—¿Quieres salir a pasear hoy? —me preguntó cuando salió del baño mientras se hacía rulos en su cabello oscuro.

—Hoy es el cumpleaños de mi novio: Brian —le recordé con una sonrisita mientras examinaba mis vestidos de ocasiones especiales.

—¡Ah! cierto. ¿Le harán una fiesta en el Centro?

—Si, siempre la hacen ahí, cada año...

—Iré contigo, quiero comer gratis.

Dos horas después -lo que tardamos para estar presentables- salimos del complejo y nos dirigimos al Centro. Bajamos varios elevadores y escalones eléctricos, y como siempre, todos los que se me cruzaban por enfrente me saludaban y sonreían a pesar de que yo no los conocía.
A los únicos que saludo por gusto son a Bob y Marc: conserjes de los complejos de viviendas, y unos de los únicos amigos que tengo, aunque sigo sin saber qué especie son, pues no les gusta hablar sobre eso.

—Hey Bob —lo salude con la mano cuando pase a su lado; él estaba regando los árboles de hojas rosas y Marc los de hojas azules en las macetas de los costados del sendero que lleva directamente al Centro.

—¿Que tal, Sarah? ¿Lista para ver a tu amorcito? —me preguntó con voz burlesca, sacudiendo sus bigotes azules.

Le hice mala cara y seguí caminando por el sendero de árboles con Jessy a mi lado, pero de repente me detuve, pues acababa de recordar que no tenía ningún regalo para darle a Brian y no había tiempo ni dinero para ir a comprar algo al mercado de la estación.

—Con un beso tuyo será feliz —Jessy trató de animarme, obligándome a acelerar el paso para no llegar tarde a la celebración.

Una vez llegamos al Centro comenzamos a subir los escalones de concreto que daban al edificio con forma de palacio. Odiaba ir ahí, me traía malos recuerdos, además, las estatuas doradas gigantes en conmemoración a mis padres en la entrada siempre me hacían sentir mareada. Odiaba que ya no estuvieran conmigo; odiaba tener que verlos en esas malditas estatuas.

—¿Te sientes bien? —me preguntó Jessy rodeándome con un brazo. No me había percatado de que estuve viendo las estatuas durante un minuto entero.

No contesté su pregunta, solo le sonreí y las dos caminamos juntas hacia los portones rojos de la entrada, que abrieron los guardias cuando nos vieron aproximándonos. Una vez dentro, nuestros tacones resonaban en el piso reluciente y resbaladizo. Aceleramos el paso al escuchar aplausos que provenían del comedor. Con mucha vergüenza, las dos abrimos las puertas blancas del comedor y vimos a una multitud gigantesca alrededor de Brian, quien ya había cortado el pastel, frente a una mesa tan larga como la altura de los portones de entrada. En cuanto nuestros ojos chocaron, dejó caer al suelo el trozo de pastel que le iba dar a su padre y corrió hacia mi.

Nos dimos un fuerte abrazo y escuché como todos en la sala emitieron un "aawww" con ternura por nosotros. No exagero cuando digo que literalmente todos aman nuestra relación; aún no proceso del todo la fama que tengo. Cuando nos separamos de nuestro abrazo nos dimos un beso cariñoso de piquito, tomó de mi mano con fuerza y me arrastró hacia donde estaba inicialmente cortando el pastel de cuatro pisos.

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