Capítulo 12

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Al día siguiente Conan me despertó tocándome la costilla con un palo de madera, aunque parecía más una lanza, pues tenía runas y manchas rojas que supuse que era sangre seca. Me exalte pero cuando lo distinguí lo miré con el ceño fruncido.

—Iré a cazar y a investigar lo que sucedió en la casa bajo la colina.

—¿Qué? —pregunté adormilada, levantándome— ¿Por qué quieres investigar lo que sucedió allá?

—Me parece interesante. Parece que quien sea que vivía ahí fue atacado por una tribu.

—¿Qué tal si esa tribu te encuentra?

Observé como Conan bajo la compuerta abierta de la nave, con cuatro armas colgadas de los hombros y cargando con la lanza en la mano. Pensé que ignoraría mi pregunta pero antes de bajar por la colina, se volteó hacia mí y me dijo:

—Si no vuelvo, no me busques.

—¿Qué se supone que voy a...? —me interrumpí a mí misma, pues Conan ya había desaparecido bajo la colina y era imposible que me escuchara.

¿Qué se supone que haría si no volvía? Estaba demente si cree que puedo sobrevivir sola, además, ni siquiera he comido o tomado agua. Si no vuelve será cuestión de horas para que muera, además, si esa tribu lo encuentra, me encontrarán a mí también.

"Todo estará bien", intenté convencerme mentalmente y salí de la nave para respirar el aire fresco. Me gustaba estar ahí, la naturaleza era muy bella, me hacía sentir euforia en mi ser; al ver esos majestuosos paisajes comencé a reflexionar sobre que todas las plantas en Orbe tal vez eran artificiales.

Me senté en el pasco fresco, cerrando los ojos y sintiendo la brisa de la cascada ubicada cerca llegar hasta mi, impregnándome de microscópicas gotas de agua. Después de media hora, cansada de dejarme llevar por mis pensamientos, abrí mi bolsa y me coloque los dos collares de gemas, el azul y el morado, alrededor del cuello en caso de que perdiera la bolsa. Además, aproveché para cambiarme el vendaje, sin embargo, justo cuando me retire la venda que ya traía puesta, cubierta del maquillaje de Jessy, escuché el estrépito de un disparo potente y alaridos consecutivos.

Me puse de pie de un brinco, dejando la bolsa y la venda nueva sobre el pasto, y me dirigí velozmente hacia la nave para tomar un arma: una pequeña pistola de plasma que no sabía como usar, pero en caso de que algo intentara atacarme, sabía que debía jalar el gatillo. De solo pensarlo me ocasionaba escalofríos.

Me alejé de la nave lentamente, bajando por la compuerta abierta y acercándome al descenso de la colina. Desde mi perspectiva solo alcanzaba a ver el techo de la casa que Conan había mencionado, además, divise que la bajada de la colina era muy empinada, pero libre de rocas y árboles. Me daba miedo pensar en que la tribu pudo haber encontrado a Conan; debía hacer algo.

Después de reflexionar por varios minutos, me decidí por una terrible idea: iría a revisar el origen de los potentes alaridos que había escuchado. Lentamente, comencé a bajar de la colina, paso por paso para evitar resbalarme, pero como era de esperarse, me resbale debido al lodo combinado con el pasto húmedo, cayendo de espaldas y rodando hacia abajo. Intentaba detenerme pero mis esfuerzos eran en vano.

Sentía toda mi piel descubierta arder, presintiendo nuevas heridas aparte de la que ya tengo en la mejilla, la cual me dolía con fervor, sufriendo este accidente como una tremenda tortura. Pasados unos segundos deje de rodar, cayendo en tierra firme y plana. Me coloqué boca arriba para recuperar el aliento, con la mano encima de mi mejilla afectada pero sin hacer contacto para no lastimarme; me ardía demasiado y hasta sentí sangre provenir nuevamente de la cortada.

Me levanté pesadamente, recogiendo el arma que también había caído por la colina y alzándola en caso de cualquier perturbación. Comencé a avanzar hacia la pequeña casa que tenía de frente: era como una cabaña con apariencia de estar abandonada por años, descolorada de las paredes exteriores, con las ventanas hachas añicos y pedazos de techo a punto de desmoronarse. Me asomé al interior por una de las ventanas poniéndome de puntitas pero vi absolutamente nada.

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