Capítulo 18

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Nos encontrábamos de camino a Cen. Conan pilotaba la nave seriamente, aunque noté que me miraba de reojo constantemente, como si estuviera preocupado por mi. Me sentía observada y tensa.

Mis mejillas estaba empapadas en lágrimas y aún salía una que otra silenciosamente, sin embargo, tenía un semblante serio y la vista fija hacia el espacio exterior de la nave. No pude llegar hasta el tercer video de la información del USB, no podía. Me ardía el corazón de una tristeza infinita e inexplicable y a pesar de que Conan intentaba convencerme de verlos todos, no quise hacerlo.

No soporte verlos sin poder evitar sufrirlos.

Me limpié disimuladamente las lágrimas de las mejillas y me aclaré la garganta. Retire el USB del puerto de conexión velozmente y lo guardé en uno de los bolsillos de mi pantalón, procurando mantenerlo a salvo pero lejos de mi vista, a menos hasta cuando me sintiera preparada para echarle un vistazo.

—¿Cuánto falta para llegar? —le pregunté a Conan sin mirarlo, sin embargo, él sí se giró hacia mí para contestarme. Qué milagro.

—No mucho, en un hora estaremos en el sistema solar de Cen. El salto hiperespacial nos acercó demasiado, tenías razón sobre confiar en los astromóviles, le hicieron buenas mejoras a la nave... ¿Estás bien?

—¿Por qué estaría mal? —me volteé hacia él inmediatamente, desorbitada por su pregunta.

—No lo sé, tú dime —se encogió de hombros, apartando la mirada.

—No hay nada que decir...

El resto del camino transcurrió en un silencio sepulcral. Siempre tenía tantas cosas por decir pero en ese momento deseaba poder callarme para siempre y hundirme en mis pensamientos. Noté que Conan también quería hablar, pero de seguro no tenía nada por decir; no quería que me dijera nada.

Me di cuenta en ese momento, que no estaba preparada para saber la razón de muerte de mis padres. Un impacto de realidad, tristeza y nostalgia me invadió y comencé a sentir miedo e intranquilidad. Me sentía perdida.

Además de perdida, me sentía cansada, no había dormido ni comido bien, por lo que no fue sorprendente que de un momento a otro me quedara dormida dejando caer mi peso hacia mi costado izquierdo, aunque el cinturón evitaba que cayera del asiento. Realmente había encontrado una posición cómoda a pesar de que mi cabeza quedara colgando.

Al despertar apenas pude abrir los ojos, pues a pesar de que dormí casi todo el camino hacia el sistema solar de Cen sentía que no había descansando absolutamente nada. Lo primero que observé cuando me tallé los ojos para ver con claridad fue el rostro de Conan encima del mío, dedicándome una media sonrisa, no obstante, se apartó al segundo en que me moví.

—Que floja, ya llegamos.

—¿A Cen? —pregunté alzando la cabeza para alcanzar a ver por la ventana de la nave, sin embargo, solo veía una luz blanquecina.

—Si, a Cen —repitió de mala gana, apartándose de mí y tomando nuevamente el rol de piloto—. Ahora solo falta encontrar el barco en constante movimiento alrededor del mundo.

—¿No hay alguna forma en la que puedas comunicarte con los marineros? —quise saber una vez mi vista se aclaró y divise el claro azul del cielo y el marino del océano.

—Si la hubiera, ¿no crees que ya nos encontráramos con ellos?

—Qué malhumorado.

—Tu eres la malhumorada —me reprendió con disgusto mientras pilotaba lentamente pocos metros sobre el mar.

—Ya me lo contagiaste —bromeé de mala gana y me fulminó con la mirada de reojo seriamente durante unos segundos.

En el lapso de probablemente media hora nos encontramos con un gran tráfico de barcos frente a nosotros, aunque claramente volamos en la nave por encima de ellos para evitar conflictos. Me sorprendieron los distintos de barcos que había, jamás me pude haber imaginado tanta variedad, algunos eran gigantescos, otros muy pequeños y pobres, hechos de diferentes materiales, con velas de distintas formas y colores, pero en especial la tripulación que parecía estar enojada una con otra, gritándose y lanzándose cosas desde la borda.

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