Nos dieron comida y armas para el resto del camino, además de regalos, como los collares de conchas, lianas y flores, arcilla con símbolos extraños tallados, ramos de flores casi secas, cobre quemado y nos acompañaron hasta la colina donde en la cima habíamos dejado nuestra nave, bueno, la nave que Conan y yo robamos de los Dorados.
Los paisajes eran magníficos, no fue un camino demasiado largo pero fue precioso. Todos íbamos caminando como si estuviéramos en alguna clase de festival.
Salimos de aquel lugar repleto de montañas de roca azafranada, caluroso y escondido, y llegamos finalmente a una pradera hermosa. El césped era tan verde que encandilaba la vista, había ciertas flores exóticas que jamás había visto en mi vida, unas de mi tamaño y otras tan pequeñas como mi dedo meñique.
El cielo era azul radiante con unas cuentas nubes de las que caían lianas o apenas se observaba vida silvestre sobre ellas, aquel planeta me parecía increíble.
Avanzamos media hora de camino hasta que llegamos a un pequeño lago conectado a un río que por alguna razón sabía que estaba conectado a la cascada que había visto antes desde la cima de la colina donde habíamos dejado la nave. Cuando divise la cabaña abandonada intercambié una mirada de satisfacción con Conan, aunque él seguía serio, pero no serio malhumorado sino serio curioso y expectante.
En ese momento me percate que ya no me intimidaba como antes, creo que finalmente éramos amigos, olvidando el hecho que me secuestro y casi rebano la mejilla con un hacha.
Todos nos detuvimos frente a la cabaña abandonada; me preguntó que habrá sucedido ahí. Algunos integrantes de la tribu colocaron los obsequios, comida y todo lo que cargaban para nosotros en el suelo, frente a nosotros. Una de las criaturas de la tribu se acerco a Conan y a mi y comenzó a decir unas cosas inentendibles para mi, con una sonrisa de fingida comprensión volteé a ver a mi amigo desorbitada y esperando a que me tradujera. Cuando la criatura finalizó de hablar, Conan se giró hacia mi lentamente y me dijo:
—Dice que ellos no pueden ir más allá de la colina en donde esta nuestra nave, así que te toca la despedida, Majestad.
Le hice mala cara por haberme llamado así pero él solo me observó con una expresión de éxtasis en sus ojos. Me torne nerviosa ante eso y rápidamente me giré hacia toda la tribu que me contemplada agrupada enfrente de mi. Exhale e improvise un discurso de despedida a la velocidad de la luz, impaciente por marcharme de ahí de una vez, no podía con tantas mentiras.
—Fue un gusto haberlos acompañado anoche, disfrute de su celebración y obsequios y me siento agradecida que criaturas tan extraordinarias me alaben —comentaba mientras Conan lo traducía a su lenguaje para que lograran comprenderme—. Los absorbo de la culpa por no haberme reconocido cuando me encontraron, yo tampoco lo hubiera hecho... Su tribu siempre estará presente en mi esencia, espero deseosamente que volvamos a encontrarnos, mucha suerte en su vida.
Cuando Conan termino de traducir, todas las criaturas de la tribu llevaron su mano izquierda a sus labios, hicieron contacto con la palma y después la estiraron hacia mi acompañando ese movimiento con una reverencia. Los reverencie y sentí la mano de Conan rodear mi muñeca y alejándome de ahí. Cuando estábamos a punto de subir la colina empinada con dirección a la nave, volteé hacia la tribu, pero me vi sorprendida cuando no la divisé. Ya se había ido y lo agradecía porque sino sabía que no aguantaría el impulso de contarles la verdad.
—Buena despedida —me dijo Conan con una media sonrisa burlona; no había notado que ya no me sujetaba la muñeca.
—Me siento demasiado culpable, no merecemos todos esos obsequios...
—No lo pienses mucho, ya pasó. Ven, vamos a cargar la comida en la nave.
—¿Los regalos no?
—¿Los necesitas? —inquirió con el ceño fruncido y me sentí atacada por alguna razón, e incluso más culpable.

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Serendipia
Ciencia Ficción"Encontrar algo bueno sin buscarlo" Sarah es una celebridad debido a que sus padres pertenecían a la Legión Dorada, y su novio: Brian Blanc, es el hijo del gobernador supremo de la estación espacial Orbe. Toda su vida era perfecta hasta que llega Co...