9 - Segunda carta

27 13 22
                                    

La vida de adulta era difícil, no había forma de negarlo, pero sentía que podía con ella, aunque no todo era perfecto, alguien que vive con depresión no mejora milagrosamente de la noche a la mañana y siempre existen las recaídas.

Algunas veces luego de llegar del trabajo me escondía en mi habitación como siempre hacía para llorar, no había motivos específicos, pero era inevitable, aunque estaba mejor, aún no estaba bien.

Conforme se acercaba agosto, más me preocupaba que los 3 meses de mi contrato estaban por terminar y aunque mi trabajo no era perfecto, no quería quedarme desempleada y tener nuevamente sentimientos sobre ser insuficiente para mí y los demás.

Para colmo debido al trabajo y a la escuela, cada vez las posibilidades de ver a mis amigas disminuían y las extrañaba más que nunca, así que sin darme cuenta de mis acciones, un viernes por la noche busqué aquel bendito cuaderno que me había prometido no volver a utilizar.

Me senté frente al escritorio, ignoré por completo la carta anterior y me dispuse a escribir.

Para Sue y Fanny

Ni siquiera sé por qué estoy escribiendo esto, últimamente mi vida estaba avanzando muy bien, pero hoy mi cabeza eligió traicionarme nuevamente, quiero eliminar todos los malos pensamientos, pero no se van, quiero mantenerlas a ustedes y nuestros recuerdos felices como algo central pero no lo logro.

Desde el día que las conocí y hasta ahora siento que ustedes han sido quienes más han iluminado mi vida y sé que en este momento si me escucharan decir eso me regañarían y dirían que tengo a mi familia y por supuesto que los aprecio, pero ustedes me dan luz de una forma distinta, algo que no creí que pasara con nadie que no fuera parte de mi familia.

No sé qué debería decir en esta situación porque quisiera decir cosas que no las hagan llorar, algo como que las amo y son la familia que elegí y aunque todo eso es cierto, no estoy aquí para eso.

Estoy a unos minutos de quitarme la vida y les pido perdón por dejarlas, por no estar con ustedes hasta el final, por los viajes que nos perderemos y las experiencias nuevas que no podré vivir con ustedes, por no estar en nuestros futuros aniversarios y por el dolor que les voy a causar, pero esto ya no es vida.

Ustedes me salvaron sin darse cuenta muchas veces y la última es la que más presente tengo, porque junto a nuestro grupo favorito me regresaron las ganas de vivir un poco más, gracias a ustedes amé la música otra vez y eso me hizo conocer al chico que me gusta, ustedes indirectamente me regalaron más cosas buenas de las que se imaginan, pero ya nada es suficiente.

Yo no soy suficiente.

Han sido nueve maravillosos años a su lado y lamento que no habrá un décimo, pero la vida nunca es como queremos y de eso yo sé mejor que nadie.

Gracias por el tiempo adicional que me regalaron, gracias por las risas, por enseñarme que aún en momentos difíciles siempre puedo regalar sonrisas sinceras a quienes las merecen, gracias por hacerme feliz y en conclusión gracias por todo.

Espero que después de esto no les robe la felicidad, piensen en mí, pero no demasiado, no lo merezco, o al menos eso es lo que siento ahora.

Hoy estaba recordando aquella ocasión cuando estábamos en preparatoria esperando para irnos cada una a nuestras clases y llegó una mariposa, ustedes saben cómo las odio y de pronto empecé a hacer un escándalo y ustedes fingieron que tal mariposa no existía, les juro que pensé que estaba loca, aún recuerdo cómo ustedes aseguraban que nada de lo que yo veía era real y me hicieron creerlo, todavía me pongo a llorar cuando ese recuerdo pasa por mi mente, pero a pesar de todo es uno de los recuerdos más lindos y divertidos que tengo.

Mis cartas de despedida. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora