8 - Trabajar Es Horrible

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El lunes me desperté muy temprano, feliz, nerviosa y con miedo, pero con ganas de comerme al mundo y disfrutar de la nueva etapa que venía en mi vida, me arreglé y cuando llegó la hora me fui a mi trabajo, parecía irreal lo que estaba pasando, pero me hacía tanta ilusión que nada podría arruinarme el día.

Al llegar al lugar me llevaron directamente a la sala en la que trabajaría, era lindo, porque iba a trabajar con los niños más pequeñitos de la guardería y aunque no era tan fan de cuidar niños, algo bueno encontraría de todo ello y spoiler, terminé enamorada de muchos de esos pequeñitos, tanto que con el pasar de los meses se sentía como si incluso fueran mis propios hijos.

Pero volviendo a lo importante, todo iba saliendo bien, los niños no eran tranquilos, lloraban mucho, eran traviesos y hubo un momento del día en que quise llorar porque nadie me explicó nada de qué actividades tendría que hacer, sin embargo, fui resolviendo cada cosa y cuando menos me di cuenta había terminado mi primer día de trabajo.

Eran demasiadas emociones y mucho cansancio físico, pero la felicidad no me abandonaba, definitivamente era algo que no imaginé hacer nunca, es decir, me veía como profesora de secundaria, preparatoria o universidad, pero nunca imaginé que terminaría siendo educadora y cuidaría a los más pequeñitos, pero bien dicen por ahí, nunca digas de esa agua no beberé, porque la vida se encarga de mostrarte que, aunque no lo quieras lo terminarás haciendo.

Entré a trabajar a medio día y salí después de las 7:15 pm, no trabajaba muchas horas, sin embargo, el trabajo con pequeños era muy desgastante, llegué a mi casa sólo a cenar y a descansar, le conté un poco a mi familia de lo que había sido mi día y se alegraron o al menos evitaron comentarios negativos y lo agradecí muchísimo.

Luego de eso me fui a mi habitación, de verdad necesitaba descansar y también hablar con Hoseok, quien durante toda la tarde me había enviado mensajes para preguntarme cómo me había ido, pero por obvias razones no había tenido tiempo de responderle.

A penas toqué mi cama pareció que él lo supo porque recibí su llamada y la respondí casi de inmediato.

- Hola - dije un poco bajo, pero sólo porque de verdad el cansancio estaba acabando conmigo.

- Hola hermosa, ¿cómo te fue en tu primer día?, ¿todo salió bien? - preguntó desesperado.

Escucharlo tan emocionado por mis asuntos removió emociones que no sabía que tenía guardadas y entonces comencé a llorar, no entendía por qué lo hacía, pero sentía que lo necesitaba más que nunca.

Como siempre me dio mi espacio y me dejó llorar hasta que nuevamente estuve lista para hablar.

- Perdón por eso, no era mi intención hacerlo - dije aún entre sollozos.

- ¿Estás bien? - la preocupación en su voz era evidente.

- Sí, es sólo que creo que fue mucho para mí todo lo que pasó hoy - dije por fin.

- ¿Pasó algo malo?, ¿quieres que vaya a verte? - preguntó tan rápido que apenas le entendí.

- No, descuida, es tarde y la verdad es que estoy muy cansada... y sobre tus preguntas, no, no pasó nada malo, es sólo que... Trabajar es horrible, yo no sé por qué me empeñaba tanto en tener un empleo - dije ahora riendo, de verdad parecía loca, un momento llorando y a los segundos estallando en carcajadas, pero a él parecía no importarle mi locura porque comenzó a reír conmigo.

- Creí que algo te había pasado, pero me alegra saber que no es así... ¿puedes contarme cómo te fue? - de verdad que ese chico era encantador.

- Digamos que fue complicado, los niños son... - hice una pausa, pues no sabía qué adjetivo dar - niños - dije por fin haciéndolo reír - es difícil y tienes que correr detrás de ellos todo el tiempo ¿alguna vez has cuidado niños pequeños? - pregunté.

Mis cartas de despedida. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora