Cuando menos me di cuenta llevaba un mes hablando prácticamente a diario mediante videollamadas con el desconocido del cine, aunque bueno, ya no era del todo un desconocido, pues en ese mes nos dedicamos a contarnos prácticamente todo de nuestras vidas.
No quería malacostumbrarme a hablar con él, pero era tan agradable que no podía evitarlo, en poco tiempo se convirtió en un buen amigo que conocí de una forma demasiado extraña, pero la vida así lo quiso, así que yo sólo me dediqué a disfrutar, ¿quién era yo para negarme a tener un nuevo amigo? Además, tenía que aceptarlo, en tan sólo un mes me comenzó a gustar demasiado, pero no planeaba decirlo en voz alta.
Cuando pasó un mes y medio de que comenzamos a hablar me invitó a salir y yo no sabía qué era lo que debía contestar, me daba miedo verlo, es decir, no me daba miedo él, pero me ponía nerviosa sólo de pensar en volver a verlo en persona y ese sentimiento era el que me aterraba.
Una semana completa me estuvo casi rogando para que aceptara y yo no hacía más que hacerme la difícil.
- Por favor ya acepta mi invitación, no te voy a secuestrar si es a lo que le tienes miedo - me dijo a forma de queja.
- No tengo miedo a que me secuestres - respondí entre risas.
- ¿Y entonces por qué no quieres salir conmigo? - preguntó haciendo pucheros.
- Es que... ¿por qué quieres salir conmigo? - le había hecho esa pregunta demasiadas veces y aunque me la contestaba cada vez, seguía con dudas.
- Ya te lo dije, me gustas y quiero tener una cita contigo, no le veo nada de malo a eso, además, tú sabes que me gustas desde el día que nos conocimos - respondió con una sonrisa.
- Es que eso es lo extraño, ¿cómo te voy a gustar si no nos conocemos y yo no soy guapa? - mis inseguridades hablaban por mí.
- Claro que lo eres, eres la mujer más linda que he conocido y sí nos conocemos, ya sé lo indispensable sobre ti y tú sobre mí, creo que eso ya es suficiente... Podemos ir al lugar que tú elijas, al cine, a una cafetería, a la plaza más cercana a tu casa, yo qué sé, tú elige para que te sientas segura - dijo mientras intentaba convencerme y definitivamente ya lo había logrado.
- Está bien, vamos, pero por favor que sea a un lugar tranquilo, no quiero que haya mucha gente, sabes que no me gusta - respondí con una sonrisa.
- ¿De verdad acabas de aceptar? - preguntó sorprendido.
- Sí, pero si lo vuelves a preguntar me voy a arrepentir - le contesté.
- No, ya no puedes arrepentirte Mabel, tenemos una cita, si no te molesta puede ser el sábado, así nos vemos desde temprano para pasar más tiempo juntos - dijo antes de que pudiera preguntar cuándo podría ser.
- Como quieras Hoseok, por favor tú elige el lugar, yo no conozco muchos - respondí un poco apenada.
- Sigo sin poder creer que no conozcas tu ciudad - siempre se reía de mí porque según él, no podía entender que conociera pocos lugares del lugar donde había vivido prácticamente toda mi vida.
- Ya te lo dije, todas mis amigas son de otros lugares y salir con ellas era complicado, por eso, mejor no lo hacíamos, y también pasé los últimos años viviendo en otra ciudad, no sé qué negocios nuevos hay aquí - contesté defendiéndome.
- Bueno, sólo por eso te perdono - dijo mirándome fijamente a través de la pantalla.
- No necesito tu perdón, pero gracias - contesté viéndolo de la misma forma que él lo hacía conmigo.
- ¿Te he dicho que me gustas mucho? - preguntó y no pude hacer más que dejar el celular junto a mí donde no pudiera verme - ¡oye, no te vayas! Regresa, quiero ver cómo te sonrojas - decía mientras yo no podía ni ser capaz de controlar mi respiración por lo nerviosa que me ponía.
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Mis cartas de despedida.
RomansaAlgunas veces quisiera que mi vida fuera distinta, que fuera feliz, pero no es posible, al menos ya no, la depresión algunas veces es algo que no se puede evadir, llega a tu vida y se encarna en ti, es como una plaga que se rehúsa a irse, haces de t...