18 - Quinta carta

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Las cosas en mi vida siempre habían funcionado como una tragedia porque me empeñaba a verlo de esa manera, bueno, no es que me gustara verlo así, en cierta parte no podía evitar verlo de esa forma, la depresión te hace ver las cosas distintas, es como si todo se centrara a una sola visión de la vida, siendo ésta la más trágica posible, ¿cómo se logra vencer eso?, realmente no creo que se pueda vencer o superar del todo, porque la depresión no es como una gripe que se va de la noche a la mañana y de la nada ya estás bien.

Cuesta mucho lograr ver las cosas de forma positiva, pero no es imposible lograrlo, al menos cuando pones todo tu esfuerzo es posible, ¿de dónde salen las ganas para estar bien? No tengo ni la menor idea, pero como experiencia personal sé que sí se puede salir adelante cuando se quiere, o al menos yo pude hacerlo y entiendo a quienes no pueden ni quieren hacer un esfuerzo, porque respirar duele, no en un sentido literal, sin embargo, se convierte en una tarea complicada por muy básica que parezca.

Después de tanto tiempo con alguien tan positivo a mi lado, como lo era Hoseok, no podía no mejorar, su alegría era contagiosa y la verdad es que me hacía sentir de maravilla, en ciertos momentos llegué a pensar en que lo que sentía era sólo codependencia y eso no era nada bueno para mí, pero lo hablé con la psicóloga y me hizo darme cuenta de que no era así, que realmente estaba enamorada y llegué a la conclusión de que el amor te salva, ya sea el tuyo o el de tus seres queridos, al final el amor es casi mágico y hace maravillas, siempre y cuando lo aceptes.

Los meses pasaron rápido y cuando menos me di cuenta Hoseok y yo estábamos cumpliendo nuestro segundo aniversario, el primero había sido hermoso, realizamos otro viaje y no entraré mucho en detalles, pero en ese viaje me entregué a él en cuerpo y no sólo en alma y fue uno de los mejores momentos de mi vida; nuestra relación era perfecta con o sin relaciones sexuales, pero no voy a negar que haber tenido mi primera vez con él fue mejor de lo que hubiera llegado a pensar, comprobé que era una persona con la que quería compartir gran parte de mi vida o si podía ser posible, mi vida entera, porque en definitiva cada día confirmaba que quería muchos momentos especiales con él.

Para nuestro segundo aniversario las cosas no fueron distintas, también planeamos un viaje, esta vez a unas cabañas muy lindas para alejarnos de todo y todos.

- ¿En qué tanto piensas preciosa? – se acercó a mí mientras estaba sentada junto a un árbol viendo las montañas que se lograban apreciar desde mi lugar.

- En que me siento feliz de estar viva y de estar otro año contigo – volteé a mirarlo a los ojos y besé su mejilla.

- Eso me alegra mucho Mabel, me gusta verte de esta forma, tan en paz y sobre todo que en esos ojitos tan lindos se refleje esa felicidad... Y claro, también me gusta el hecho de que estemos juntos después de tanto – me abrazó y me pegó a su cuerpo mientras los dos veíamos hacia donde yo había estado mirando antes.

- A mí me gusta verte feliz a ti, me gustas tú, me gusta mi vida, me gusta este paisaje y me gusta pensar en que seguiré siendo así de feliz toda mi vida, o quizá no toda, pero al menos en su mayoría – aseguré con una gran sonrisa en el rostro.

- Tenerte junto a mí me hace así de feliz, yo pienso que quizá deberíamos casarnos, de esa forma podremos estar juntos todo el tiempo – al escuchar sus palabras sentí mariposas revoloteando en mi estómago.

- Me encantaría, pero quizá debamos esperar, quiero tener un trabajo estable, para así poder tener una buena vida juntos – lo miré nuevamente, esta vez besé sus labios – me quiero casar contigo, pero no que tú cargues con todos los gastos que involucran una casa y la vida de los dos – me sonrió y me besó de regreso.

- Sabes que a mí no me importaría mantenerte toda la vida, lo haría con mucho gusto, pero está bien, esperaremos hasta que estés lista y que tengas el trabajo de tus sueños – me encantaba que fuera tan comprensivo.

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