Denisse se encargó de poner al día al príncipe. Le reveló que la princesa había estado pasando todo este tiempo a su lado. Cosa que tomó por sorpresa al príncipe. También le dijo que los roces entre la princesa y la reina aumentaban cada vez, y el rey parecía tener algo que ver y en seguida se preocupó.
—¿Cómo te sientes hoy, cariño?
—Cada día mucho mejor, madre, gracias—se acercó a ella para ofrecerle asiento—. ¿Qué la trae por aquí?
—Tenemos que hablar de algo serio.
—¿Qué sería?
Ella miró a Denisse, quien entendió el mensaje y se retiró.
—Me sorprendió lo filiar que fue tu esposa durante el tiempo que estuviste postrado en cama—la reina corroboraba lo que le había contado Denisse—. Supe que cumplió años y ni siquiera lo mencionó. Entiendo que no era el momento adecuado, pero creo que debemos hacer algo por ella. Como agradecimiento.
Las dulces palabras de la suegra hacia su nuera no causaron ternura al príncipe, más bien lo asustaron, pues tal actitud no era propia de su madre.
—¿Qué tiene en mente?
—¿Cuál es el mejor regalo que puedes darle a una mujer? Bendecirla.
—¿Quiere que le dedique alguna ceremonia religiosa?
—No, pero es algo que es bien visto por nuestro señor, un hijo—el príncipe se quedó callado, el tema ya le causaba fastidio—. Está decidido, ella no pondrá resistencia. Te indicaré cuáles noches podrás estar con ella. Cuando hayas terminado, no tienes que quedarte en la habitación, sin embargo, alguien entrará para atenderla.
—Madre...
—William, ¿ qué tan difícil puede ser? Sé que no te has acostado con ella, sé que será tu primera vez, pero los hombres están siempre listos para ese momento.
Quería que la tierra lo tragara para de este modo no soportar la vergüenza que le provocaba escuchar a su madre.
—Lo haré…—no pudo mentirle. Además, en algún momento lo haría obedecer, solo así resistiría.
Luego de esa conversación, los días pasaron y el príncipe se acobardaba, tampoco encontraba ninguna excusa para contradecir a su madre. Por más que intentó hacerse el enfermo o presentar algún inconveniente, ella siempre lo desmentía hasta que llegó esa noche.
—No puedo, Denisse, no puedo.
—Tiene que hacerlo, es su deber.
—No puedo hacerte esto.
—Mi amado príncipe, cuando empezamos esto, conocíamos el lugar de cada uno. A usted no le importó mi edad, que tuviese marido e hijo, ¿por qué no habría de tolerar que tenga esposa y cumpla con ella?
—Sería traicionarte.
—No estamos en posición de hablar de traición.
—No podré, no la amo.
—Podrá, y cuando termine, aquí lo esperaré.
Tras animarlo, lo despidió luego de darle un fuerte abrazo.
Cuando llegó la hora, la reina misma, acompañada por la ama de llaves con una lámpara, fue a buscarlo y llevarlo al aposento de la princesa.
La gente del palacio ya estaba al tanto de lo que estaba pasando y tenía que simplemente soportar la humillación: la madre arrastrando a su hijo hasta la habitación de su propia esposa para que se acostara con ella. A todos les pareció hilarante.
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¿Quién mató a la reina?
Historical FictionAl amanecer, una sirvienta entró en los aposentos de la reina para ayudarla con su rutina de baño, pero en lugar de la usual tranquilidad, encontró su cadáver. Con la corte sumida en el desconcierto y la incertidumbre, pronto queda claro que varios...