Los Hijos De Un Pecado

XXIII

Nueve días para Navidad
Royal Woods

En la residencia Loud, las cosas iban con normalidad, los hermanos Lyra y Lemy estaban en sus respectivos cuartos escuchando música con tranquilidad; Lacy estaba en el patio trasero jugando a fútbol con su madre; Liena observaba con curiosidad cómo Lynn Sr. preparaba deliciosos platos, apuntándose la receta para replicarla; Leni y Rita planificaban un set de ropa que la hija quería regalarle a su madre para Navidad.

Lupa, por su parte, se encontraba aburrida en su habitación, suspirando mientras cogía su sudadera y se la ponía. Sus pasos se dirigieron a las escaleras de la casa, bajando al piso inferior donde pudo ver a su tía y abuela hablando con una sonrisa en la cara. Con su poca expresión, Lupa se les acercó, inclinando levemente la cabeza para realizar una cuestión.

— Se supone que papá viene hoy, ¿no? —Rita asintió sin dar mucha atención, pues su interés en ese momento era ver el catálogo de ropa que Leni iba a estrenar esta temporada. Ante esa respuesta, Lupa cambió su rumbo a la cocina, apoyándose en el marco de la cocina.— ¿Abuelo, tú sabes a qué hora llegará papá?

— Y ahora, lo sacas del horno, abres el papel de plata e hidratas al pavo con su propia grasa que ha soltado. —Ahora directamente Lynn Sr. no se había dado cuenta de la presencia de Lupa.

Algo cansada de ser ignorada agarró las llaves de la casa y salió de casa. Aún sintiendo el frío del exterior, Lupa decidió dar un paseo, escondiendo sus manos en los bolsillos de su sudadera y comenzando a caminar hacia el parque. Durante su trayecto, pudo encontrarse a diferentes personas del pueblo que habían decidido, como ella, estaban dando un paseo por las calles nevadas de la ciudad. Mientras más se acercaba al parque, su afinado oído podía escuchar risas y gritos de varias personas, haciendo que germine una curiosidad en la albina, quien se acercó al origen de las risas, encontrándose con que el lago del parque había quedado totalmente congelado, permitiendo a la gente poder utilizarlo como pista de patinaje. Este paisaje hizo que pudiera una pequeña sonrisa, antes de sentir un escalofrío al escuchar una voz detrás de ella.

— Flipante, ¿eh? —Aquella voz era demasiado calmada, tan calmada que era imposible que sea de una persona en su pleno funcionamiento. Lupa se giró lentamente para encontrarse con una joven de cabellos rubios, ojos negros y piel morena; parte de su cabeza estaba tapada por un gorro azul, mientras que su cuerpo era envuelto por una chaqueta gruesa para combatir el frío. Las sospechas de Lupa se hicieron reales cuando el olor a maria invadió sus fosas nasales, además de ver como luchaba por mantener los ojos abiertos.— Estos momentos~ son los que merecen la pena~ —Tras decir esas palabras aquella chica se dio la vuelta, levantando los brazos y se dejó caer por una cuesta de nieve, terminando en el centro del lago de hielo dando vueltas como una peonza.

— ¿Qué acabo de ver? —Se preguntó Lupa observando como la chica seguía dando vueltas, terminando por cruzar el lago por completo y enterrando su cabeza en otra montaña de nieve en el otro lado del lago.— Menos mal que yo solo fumaba tabaco. —En ese momento otra chica morena, pero con el cabello negro, pasó detrás de ella, tropezándose con su propio pie.— ¿Eh? — Antes de darse cuenta estaba rodando por la cuesta de nieve junto a esa chica morena. Ambas comenzaron a gritar mientras no dejaban de girar, convirtiéndose en una bola de nieve bastante grande.

— Jobar, que dolor de tarro. —La chica de olor a maria sacó la cabeza de la nieve, frotándosela con notable molestia.— ¿Qué es ese pitido~? —Se preguntó con toda la calma mientras se rascaba el oído por si había entrado algo de nieve. Al pasar unos segundos recupero por completo el sentido del oído, dándose cuenta que era de unos gritos detrás de ella.— ¿Eh~? —Antes de que siquiera pudiera darse la vuelta, fue derribada por la gran bola de nieve con Lupa y la otra chica dentro. Al cabo de unos segundos Lupa sacó su cabeza, respirando el aire y tosiendo algo de nieve.