Capítulo 5

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Bright va corriendo por el pasillo dándose cuenta de que ya no hay estudiantes. «Demonios», maldice por dentro. Aunque no está enojado del todo, su mente tiene una paz que al mismo tiempo se transforma en una dedicación y responsabilidad por aquel chico que encontró en el sótano, no se había preocupado tanto ni por el mismo. Al punto de pedirle un segundo plato de comida a su hermana sin dar tanta explicación y llevarla a Win, sin olvidar darle las pequeñas normas en qué momento puede o no puede salir de la habitación. 

—Joven Vachirawit, llega usted quince minutos tarde —resalta la profesora de matemáticas observando el reloj de su muñeca—. Su reporte lo estará esperando en la oficina del director —enmarca con una desaprobación en sus ojos cafés que casi quisieran poder destruir. 

Bright no discutió tal merecido, sin embargo no le gustaba tener un reporte siendo el nuevo, toma asiento en su pupitre y saca el libro de matemáticas y también rebusca su cuaderno de dibujos a lo que no lo encuentra, suspira al recordar que anoche lo dejo en la mesita al lado de su cama porque se lo había prestado a Win, no protestó, solo prosiguió a escribir los números que se digno observar en la pizarra. 

—Es bueno que te pongas al día —se estira el de flequillo, animado de ver a Bright en esa tranquila concentración. 

—¿Llegaste bien a casa? —cuestiono sin despegar la mirada del pizarrón, ocultando la molestia que le provoca que le hablen cuando escribe.

—Si, pensé que me enviarías un mensaje —Gun no era despistado sabía que le gustaba al nuevo y pensó que podría enviarle un texto para ver cómo llego a casa, lo que le dió tristeza al no recibir nada. 

Bright frunce el ceño recordando que quería algo con su compañero de clases, a lo que en estos momentos no lo tenía tan presente, solo pensaba en los números decimales fraccionarios que se aparecían en la pizarra con más frecuencia, insistente en que será un dolor de cabeza de tarea para más tarde.

—Tuve un percance con mamá —corto la conversación.

—¿Es mi culpa? 

—No. 

—¿Me dirás que paso? 

—Luego. 

Gun percibió la poca muestra de interés que tiene de repente Bright a lo que su corazón se quebró un poco, por no decir que estaría por llorar porque pensó que había encontrado un amigo con quién hablar o algo más que un amigo. Se dedicó a escribir y a dejar en paz al susodicho dando un vistazo de vez en cuando. 

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Bright se culpó por tratar mal a su compañero de clases, no quiere perder la oportunidad de ganar su confianza y tal vez lo podría ayudar a encontrar información sobre Win. 

—¿Puedo sentarme contigo? —cuestiona Bright asomando un bombón a la vista de Gun. 

Con una expresión de que no puede estar enfadado por mucho tiempo suspira el de flequillo, hace a un lado la cámara que está al lado y recibe el dulce. 

—Pensé que estarías solo —supone Gun porque en clases no le pasó balón. 

—Me gusta la soledad pero prefiero estar contigo —cruzan miradas—. Lo lamento por no enviarte un mensaje, en serio me preocupo porque llegues bien a casa —su rostro está a unos centímetros, sus labios están casi cerca, quiere transmitir un interés que no existe, lo sabe, está mintiendo, le interesa, no como algo serio sino como un pasatiempo. 

Gun se sonroja y por los nervios hace a un lado el rostro tratando de regular los latidos de su corazón y respiración, le gusta Bright lo que es un verdadero gozo que se fije en él, en alguien que jamás ha tenido novio por ser en extremo extraño y solitario. 

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