Capítulo 12

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Bright pintaba con una brocha desgastada la pared, había papel en el suelo con pringas de pintura color beige, los pósters que decoraban aquel pequeño escondite estaban ausentes. Movía la brocha de arriba a abajo y de vez en cuando daba un vistazo al pelinegro que hacia el intento de pintar tal y como le explicaron.

—¿Está bien así?  —cuestiono Win girando un poco el cuello.

—Tampoco soy un experto, colorear no es lo mio —bromeo.

El pelinegro sonrió con tanta libertad que se le olvidó la nube de ansiedad que cargaba. Estos días han sido pacíficos aunque parece que la familia de Bright vive algo distante entre ellos.

—¿Qué haremos después de pintar las paredes? —indaga el pelinegro.

—Tu quiere que consigamos alfombras para poder acomodarse en el suelo y unos cuantos cojines —describe lo que su hermana casi le ordenó con alegría sobre el cambio de decoración y que no le molestó.

—También me había dicho algo sobre poner juegos de mesa —agrega Win, pintando con insistencia pero aún no entendía porque el matiz de la pared se miraba corrugada.

Bright se detiene y va hacia el pelinegro, una sonrisa se le dibujó en el rostro al ver que no podía posicionar bien la brocha.

—Pasas una sola vez la brocha —se coloca atrás de Win, su pecho casi roza su espalda, hay una diferencia mayor de altura lo que se le hace fácil de sostener su mano para  llevarla a un mismo ritmo.

El acercamiento del pelicafe lo sorprende, a la vez agradece que le tenga la paciencia para enseñarle, sin embargo, se puede sentir la mano tibia sobre su mano. La voz suave y hasta su baja respiración, eso da un pequeño chispazo a su corazón y se queda mudo. No parecía estar familiarizado con la emoción, ni el pequeño calor que tenían sus mejillas. ¿Alguna vez sintió las ganas de sumergirse en una tina de felicidad? Porque eso fue lo que sentía. De repente, todo se nubló y se mareo.
«Nunca podrás ser feliz».

—Win, win —suelta la mano del contrario y la brocha cae al suelo. Sostiene al pelinegro cuando lo vio debilitarse ante sus ojos. —¿Te sientes mal? —se preocupa y el terror cruza por su rostro.

—Si, creo que no dormí bien —contesta con algo de ceguez pero las vueltas en su cabeza se estaban calmando.

—Demos terminado por hoy —lo ayuda a sentarse en el suelo—. ¿Quieres agua? ¿O salimos a tomar aire por un momento? —busca una respuesta el pelicafe.

—¿Salir? —los ojos del pelinegro se angustian, le fue difícil cuando acompaño a Tu, aún sentía la ansiedad de estar en el exterior.

—No te preocupes, estoy contigo. Te daré una sudadera y lentes para que nadie pueda reconocerte —reconforta Bright, aún sobre una rodilla puesta en el suelo,observa a Win a los ojos, quiere transmitir paz, siente la necesidad de dársela.

El teléfono suena varias veces con el sonido de notificaciones y eso le da un poco de desconcierto, saca su móvil y ve varios mensajes de Gun.

Gun: Bright encontré algo.

Bright: ¿Algo sobre la familia Metawin?

Gun: Sobre el hijo de los Metawin. Ven a la librería. Aquí te explico.

Bright guardó el celular, su curiosidad y preocupación despertaron al instante, sabía que debía cuidar a Win pero debía saber sobre los Metawin, necesitaba pruebas para ayudar al pelinegro y que pueda vivir una vida normal y, tal vez una vida donde él también sea parte.

—Salgamos de aquí. Mañana seguimos.

Win asiente y se mueve detrás del pelicafe para salir a la habitación principal, tapan la entrada del escondite y mira que el contrario se coloca zapatos para salir, eso le deja en duda.

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