Capítulo 1

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El sonido de la tranquilizante melodia que Aum escuchaba, no calmaba la molestia de su primer hijo; un pelicafe en su segundo año de secundaria, estaba inconforme con cambiarse de país y viajar a otro donde no conocía a nadie. 

Aum veía por el retrovisor la mirada triste de su hijo, obviamente le dolía verlo así pero la habían ascendido a gerente de la pequeña empresa Survives Plen una que se dedica a reciclar, su cargo lo desempeñará en Connecticut.

«Esto es una mierda, venimos a este aburrido lugar, no le bastó separarnos de papá, también tenía que separarme de mis amigos» remilgaba el adolescente pegando su cabeza a la ventana de la band, irritado de la música ochentera que su madre llevaba puesta en la radio.

—Bri, ¿Cuáles crees que se ven mejor?
—pregunta su hermana con una sonrisa deslumbrante y un corte de cabello liso oscuro que cae hasta los hombros, el broche de guitarra sosteniendo un poco del mismo le hacen ver tierna. Ella le muestra variedad de pulseras hechas a mano con piedrecitas de colores.

—Cualquiera que no te haga ver una mierda.

—Oye —se desanimo.

—Bright, sé amable con Tu —regaña su madre.  

El pelicafe puso en blanco los ojos, harto de que le llamen la atención e ir sentado por doce horas a la par de la molesta de su hermana. 

—Eres un amargado —dice la menor sacando la lengua. 

—Eres una molestia —se vuelve a recostar en el vidrio de la ventana observando cada árbol que hay a los lados. El sol está en un tono naranja haciendo ver sus hermosos despliegues. Eso no basta para el humor del pelicafe, no puede quitarse el sentimiento de nostalgia y de rabia. 

Cuando por fin llegan a una de las casas en la avenida menos transcurrida del estado. Bajan del vehículo, para Aum y su hija puede ser una casa hermosa, mejor que en la que vivían, mientras a Bright le parece una casa como cualquier otra, color blanca de tamaño gradual, chimenea en lo alto, las columnas de ladrillos que sobresalen del corredor de la casa, la misma temática de las demás. 

Aum entra a la casa con las llaves que la inmobiliaria le dió, le agrada el aspecto por dentro, amueblado incluído, cortinas transparentes, un candelabro moderno en el centro. No quiere traer nada de lo que su ex esposo compró para ella cuando eran una familia unida. 

—¡Chicos, entren sus maletas y denle un vistazo a sus recámaras! —Aum alienta intentando reflejar su alegría. 

—Ya oíste enana, entra las maletas —Bright esquino una malévola sonrisa para entrar primero a la casa dejando a Tu con la boca abierta y enojada.

El pelicafe se dirige de inmediato al pasillo donde están las recámaras, hay cuatro habitaciones, las primera de ellas es una oficina de trabajo, las otras dos recamaras tienen mucha iluminación, la última, en cambio es tapada por una gran rama de árbol que está plantado del lado de los vecinos, separada por 4 metros, pero una parte se deja entrever las ventanas de la otra casa. 

«Exelente, se siente menos a la vista» a su alrededor dentro de la recámara, es muy común; mesa de noche, escritorio, cama, un mini librero que está pegado al suelo, armario y la pared que necesita retoques de pintura. Bright, asiente varias veces conformándose con lo que tiene. Le da igual como está, no es los que ordena o se preocupa si estan limpias las peredes. Sale de la recámara y vuelve al centro de la casa en la entrada que conecta a la sala de estar, ve sus maletas y las lleva sin interesarle lo que su madre o hermana necesiten. 

A la noche, Aum pasa los platos y deja la jarra de agua en el centro de mesa para que cada quien se sirva. Dos cajas de pizza están en una esquina y cada quien se sirve, ellos apenas son tres, basta con una caja, pero es lo que recalentaran para la cena del siguiente día. 

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