Al llegar a mi departamento llamo a casa para dar las buenas noticas. Tomo mi teléfono y le llamo a Leah para darle las buenas noticias también:
—Conseguí el empleo—digo en cuanto responde el teléfono.
—¿De verdad? ¡Estoy tan feliz por ti, Marianne! Tomaré un trago para brindar por ti.
—Siempre buscas una excusa para beber—río.
—Sabes que si—ríe al otro lado del teléfono—es parte de mí.
—Hay algo más que tengo que decirte...
—Antes de que me lo digas... tú me debes algo.
—¿Qué?
—Sabes perfectamente de que hablo. Me debes la foto de ese chico que jurabas que era digno de ser la portada de una revista.
—Respecto a eso...—respondo—eso entra en el top de momentos más vergonzosos de mi vida.
—¿Uno más a la lista?
—¡Si! Por hacerte caso y darte gusto le tomé la foto pero ¡se activo el maldito flash! Y quedé en evidencia.
Pude escuchar su risa fuertemente al otro lado del teléfono.
—¡No te lo puedo creer!—responde después de calamar un poco su ataque de risa.
—Y tú dirás, no pasa nada, no tienes de que preocuparte porque New York es muy grande y probablemente nunca más volverás a verlo, pero llegas a la oficina, pides un empleo, con gusto te lo dan y resulta ¡que el modelo Calvin Klein es el hijo del jefe!
Su risa se intensifica aún más. Tenía ganas de ahorcarla. Todo había sido su culpa y tenía el descaro de reírse.
—Perdóname Marianne—dice, recuperando la compostura—pero es que no puedo creer que alguien pueda tener tan mala suerte.
—Pero eso no es todo—respondo.
—¿Hay más?—dice, sorprendida.
—Así es... resulta que soy su asistente—respondo.
Y si, como se imaginarán, estalló en carcajadas.
—¿Terminaste?—Pregunto, después de escuchar su risa por largos minutos.
—¿Algo más que desees agregar?—pregunta.
—No, creo que es todo. Ah no, me había olvidado de decirte que esta mañana estuve en el departamento de Grey Abrahams.
Y cuelgo el teléfono. Sé que la dejé intrigada porque inmediatamente me regresa la llamada, 1... 2... 3 veces, hasta que se cansa de llamar.
Ahora la que ríe soy yo.
(...)
A la mañana siguiente vuelvo a tomar el subterráneo para poder llegar a mi trabajo.
Al llegar a la recepción, me entregan una identificación con mi nombre. Dios, esto era real. Por fin una oportunidad.
Subo por el elevador al octavo piso directo a la oficina de Santiago. Esta vez si toco la puerta, no quiero encontrarme con más sorpresas.
—Adelante—escucho decir a Santiago desde el otro lado de la puerta.
Me adentro a la oficina y observo que está con un chico de algunos 25 años, con cabello lacio y castaño, con un porte muy elegante sentado frente a su escritorio.
—Buenos días—Digo, llamando la atención de los dos.
—Buenos días—responden ambos al mismo tiempo.
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Inesperadamente, tú +18 ✔️
RomanceMarianne es una chica extrovertida, un huracán de emociones, con una enorme pasión por la fotografía. ¿Su defecto? Ser algo impulsiva. Santiago solía ser un joven amable, cariñoso, expresivo. Pero cuando la mujer que amó lo deja prácticamente plant...