•04: Posa para mí •

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—¿Estás lista?—pregunta desde el otro lado de la puerta del baño.

—No quiero salir—respondo.

—Marianne, tenemos que terminar con esto. No tenemos tiempo que perder. Sal de ese baño, llevas más de treinta minutos ahí.

—¡Es que me da mucha vergüenza!

—Solo son un par de fotos.

—Lo dice como si fuera cualquier cosa ¡mi cuerpo estará en quien sabe donde!

—¡Sal de ese baño!—Alza la voz.

¡Qué genio!

Cubro mi cuerpo con la bata que me dio antes de entrar. Debo reconocer que los conjuntos son bastante lindos, pero ¡Dios mío! Si mi madre se entera de lo que estoy haciendo me deshereda.

—Ya era hora—dice Santiago al verme salir del baño.

Camino y me paro justo donde colocamos la pantalla verde que instalamos. Santiago se para frente a mí, con la cámara en sus manos.

—Perfecto, ahora la bata—Indica.

—Ay, me siento ¡tan pornografica!

—Marianne, necesito que cooperes.

—¡Está bien!—respondo.

Temblorosa me quito la bata quedando en completa lencería de encaje negro. ¿Entienden la gravedad del asunto? ¡Estoy semidesnuda frente a mi jefe!

—Bien, comenzamos con esto—dice él enfocando la cámara—Necesito que te pares derecha.

Sigo cada una de sus instrucciones, aunque por dentro me estoy muriendo de nervios y de vergüenza.

—Ahora, inclina un poco tu pierna derecha—indica—Perfecto, ahora de perfil—señala—Estupendo. Ahora ve por el siguiente.

Camino hacia el baño nuevamente.

—Pero por favor, ¡ahora no tardes tanto!—menciona.

Cierro la puerta y me cambio rápidamente. Tomo  el siguiente conjunto que es el mismo modelo pero en un color rojo carmesí.

Me observo en el espejo del baño, y tengo que reconocer que no me veo mal. Mi cabello castaño y mi piel clara resalta con tal color.

Salgo y esta vez repito los mismos pasos que hace unos minutos, y me posiciono frente a la pantalla verde.

—No—indica Santiago—ahora te necesito en la cama.

Mis ojos se abren como platos ¿qué ha dicho? Sé que me veo deseable pero ¿ya tan rápido? 

—Necesito que poses ahí—señala—toma asiento.

Dudosa, sigo las indicaciones que me dice, y comienza a hacer diferentes tomas desde distintos ángulos.

—Lo tengo—dice, después de tomarme casi mil fotografías—Ahora pruébate el rojo carmín—menciona.

Vuelvo a cambiarme y supongo que ya tomé confianza porque salgo del baño con rapidez con el nuevo conjunto sin poner ningún "pero".

—Ahora, necesito que te recuestes boca abajo—pide Santiago—Lo tengo, ¡perfecto!—ahora date la vuelta.

Sigo sus instrucciones y comienzo a posar. Esta vez, no necesito que me dé tantas instrucciones, pues yo misma comienzo a posar de maneras distintas. Me incorporo, cruzo un poco mis piernas, coloco la mano en mis caderas tomando el borde de la lencería y me dejo llevar. Con el siguiente conjunto, me pongo de rodillas en la cama y flexiono un poco mis piernas, coloco mi mano izquierda en la cintura y con la derecha juego con mi cabello.

Inesperadamente, tú +18 ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora