•15: Fotos y recuerdos •

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Las semanas pasan con tal rapidez que Santiago y yo llevamos dos meses de relación formal. Pero hoy me encuentro demasiado nerviosa porque su madre viene a New York desde España. Sus padres no están divorciados pero si viven separados, y esto es debido a los negocios familiares que tienen. La empresa del señor Villalba se formó en España, y a los pocos años instaló su empresa en New York, es por eso que la señora Villalba se encarga de llevar el control de la empresa en España, y el señor Villalba, junto a Santiago, se encargan de la empresa en New York.

Santiago intenta calmar mis nervios, diciendo que su madre me adorará en cuanto me conozca, pero aún así no puedo evitar sentir la ansiedad invadir mi cuerpo.

Estos meses han sido increíbles a su lado, nos hemos conocido mejor y cada día lo quiero más. Me he acostumbrado a que todas las mujeres a su alrededor lo observen con deseo, y le coqueteen descaradamente, pero confío cuando llegamos al departamento y me recalca que es solo mío, solo para mí. Y tengo la certeza de que es sincero, porque lo he espiado y he notado como les pone un alto a todas esas mujeres que se quieren pasar de listas.

—Te ves preciosa—dice, al verme parada frente al espejo, dándole un pequeño retoque a mi cabello y a mi vestido rojo.

—Estoy pensando seriamente en que no es tan necesario que veamos a mi madre esta noche—dice, acercándose a mí por detrás, siento su respiración en mi cuello y como deja un beso húmedo en él.

—¿Y por qué no?—cuestiono, pasando mis manos por su cabello.

—Porque me muero de ganas de arrancarte ese vestido—responde.

—Pero si costó una fortuna—reclamo.

—Entonces te compraré otro.

—¿Y ese no lo destrozaras?

—Es posible que lo haga, pero entonces tendría que comprarte otro.

—Nunca será suficiente—reclamo.

—Nunca es suficiente cuando se trata de ti.

Me giro, y uno sus labios a los míos, hundiendo mi boca en un profundo beso. Camina hacia la cama, y lo engañó haciéndole creer que caeré en su juego. Lo empujo hacia la cama, subo un poco a horcajadas encima de él, dejo algunos besos por su cuello y entonces, me detengo y me paro, quedando frente a él.

—Andando, cariño. Tus padres deben de estar desesperados—digo, con una sonrisa traviesa.

—¿Me vas a dejar así?—Cuestiona, atónito.

—Todo lo bueno tiene que esperar.

—Solo quiero que sepas que cuando regresemos esta vez no tendré piedad de ti Marianne Becher—menciona, poniéndose de pie.

Río ante su comentario y se acerca para tomar mi mano. Caminamos hasta su auto y una vez que estoy adentro, los nervios regresan a mí.

El señor Villalba ha sido muy bueno conmigo, fue el que se puso más feliz cuando le confesamos que estábamos en una relación. Cada día nos llevamos mejor, y él aprovecha cada oportunidad que tiene para decirme que adora que esté en la vida de Santiago, ya que nunca lo había visto más feliz.

Nos detenemos en una casa demasiado grande, estoy bastante sorprendida porque a pesar del tiempo que llevamos juntos, jamás me había traído a la casa de su familia. Y lo entiendo, a Santiago le gustaba más tener su propio espacio, y lo tenía en su departamento, aunque debo confesar que poco a poco he estado llevando mayoría de mis cosas a su departamento y lo he estado invadiendo.

Inesperadamente, tú +18 ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora