• 18: Futuros novios •

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La despedida el día de ayer fue un éxito. Salió tal y como lo teníamos todo planeado, a excepción de la sorpresa tan inesperada que me tenía Santiago. Aunque fingía estar molesta con él, realmente estoy emocionada de que haya decidido venir a Denver. Mi familia está encantada con él, dicen que es tal y como lo imaginaban, y que están felices de que por fin haya encontrado a alguien con quien compartir mi vida.

La decoración de la recepción es maravillosa, el jardín con su verde pasto le da vida al lugar. Santiago toma asiento a mi lado bajo la sombra de un árbol con el resto de los invitados, esperando a que mi hermana aparezca por el largo pasillo en camino hacia el altar.

Entrelaza su mano con la mía, y él deposita un beso en mi mano. Debo reconocer que los trajes se le ven demasiado bien, es decir... se ve excelente con cualquier cosa que se ponga, pero verlo sumamente elegante con su traje negro y su camisa blanca es muy agradable a la vista.

Pasa su mano por mi espalda descubierta, por el vestido que llevo puesto, y me erizo al sentir su tacto. Sonrío ante su gesto, y me devuelve la sonrisa.

De pronto, el sonido de la música nupcial invade nuestros oídos, y de inmediato nos ponemos de pie, giramos nuestros cuerpos y observamos cómo Alyah camina por el pasillo tomada del brazo de mi padre. Una lágrima rueda por mis mejillas, soy probablemente la persona más sensible de este planeta.

Al finalizar el recorrido se encuentra con Robert y toma su mano, y lloro aún más cuando noto que de sus ojos brotan algunas lágrimas de alegría al ver a mi hermana.

Por suerte, llevo un pañuelo en mi bolso, limpio un poco mis lagrimales, y Santiago me reconforta en un abrazo, acariciando mi hombro derecho.

Empieza el discurso nupcial, hacen sus votos y sin poder evitarlo sigo llorando. Santiago me dedica una mirada extraña, Leah, quien está sentada a mi lado, se dirige a Santiago y le dice desde su lugar:

—Se pone así en todas las bodas.

—Lo qué pasa es que ustedes son unos insensibles—argumento.

Santiago solo sonríe y continúa abrazándome.

La ceremonia llega a su fin, y Alyah y Robert se dan su primer beso como esposos. Los aplausos se hacen presentes, y yo no puedo estar más feliz por mi hermana.

Después de algunas horas, comenzamos con el festejo de su enlace matrimonial. Como es de imaginarse, llore con su primer baile como esposos, y no se diga con sus discursos.

—Estas bastante sensible, mi amor—dice Santiago, a mi lado.

—Es que no puedo evitarlo—respondo—es el día más feliz de su vida, ¿comprendes? Antes era una niña para mí y ahora está por iniciar a hacer su propia vida...

—Oh, Mar—dice, abrazándome.

Realmente intento controlarme pero no puedo hacerlo, sin embargo, después de un rato abren la pista y el resto de los invitados comienza a bailar.

Aunque tuve dificultades para convencer a Santiago, estamos en la pista dando nuestros mejores pasos. Aunque como bailarines somos mejores fotógrafos, disfruto tanto estar a su lado y las risas no tardan en hacerse presentes. Por otro lado, capta mi atención la manera en que Leah y Adrien bailan tan bien juntos, y la sonrisa de Adrien es bastante genuina.

De pronto, mi hermana va al centro de la pista y las luces se apagan, el DJ pone música de suspenso y todos nos quedamos atentos a lo que dirá:

—¡Buenas noches a todos!—dice, desde la cabina—Espero que estén disfrutando de esta velada, celebrando el gran día de ¡Alyah y Robert!

Los invitados se involucran y comienzan a gritar emocionados.

—Y es para mí un honor anunciarle a todas las damas solteras, que es su momento de venir a la pista para conocer ¡quién será la siguiente afortunada!—dice el DJ, con entusiasmo.

Leah me toma del brazo y me lleva a posicionarme con el resto de chicas, que están emocionadas por obtener el ramo que mi hermana tirara.

Alyah comienza a hacer el típico movimiento de engañarnos al hacernos creer que arrojará el ramo hacia atrás. Lo hace repetidas veces, que cuando realmente lo tira todas estamos completamente distraídas y me percato después de unos segundos que ha caído en mis manos.

Los invitados gritan emocionados, y yo sigo sin creer lo que ha sucedido. Sin embargo, caigo en cuenta y comienzo a reír.

Las chicas me abrazan fuertemente, y Leah es la más entusiasmada.

—¡Lo sabía!—dice Leah al abrazarme—¡Sabía que serías la siguiente!

—Fue tan... inesperado—digo, titubeando.

Después de unos segundos voy a encontrarme con Santiago, quien se encuentra a un costado de la pista de baile. Modelo con el ramo en mis manos al acercarme más y él me dedica media sonrisa. Debo reconocer que esperaba una reacción distinta de su parte, pero supongo que sigue cansado por el viaje, así que no le doy mucha importancia.

—¡Pero si aquí tengo a los próximos novios!—dice Adrien Leah acercándose a nosotros.

Yo sonrío tras escuchar su comentario y me percato de que Santiago sonríe pero lo hace de una manera forzada.

—Si me disculpan—comenta Leah—iré por otro trago—dice, y camina en dirección a la barra buscando otro trago.

—¿Te pasa algo?—le pregunto a Santiago, una vez que estamos solos.

—No...—responde, con media sonrisa—todo está excelente.

—¿Estás seguro? Sabes que puedes contarme lo que sea.

—Si, está todo bien... sólo estoy algo cansado.

—Comprendo—respondo—valoro mucho que estés aquí—sonrío—y descuida, en un par de horas podremos ir a casa...

—No es nada, me moría de ganas de verte—dice, besando mis labios—si me disculpas tengo que ir al sanitario, te veo en un rato.

Afirmo y lo pierdo de vista.

Tras centrar mi atención a lo que sucede ahora en la pista, me doy cuenta de que los hombres están detrás de Robert, esperando a que arroje la liga que le ha quitado a mi hermana. Escucho los gritos de emoción, y esta vez la liga ha caído en manos de Adrien, quien ni siquiera estaba en el grupo de chicos, en cambio, estaba en una especie de discusión con Leah cuando la liga cayó entre sus manos.

Los ojos de Leah se abrieron como platos, y Adrien solo sonreía sonrojado al notar la vista de todos los invitados puesta en él. Y no pude evitar reír ante la inesperada situación.

La música se regulariza y los invitados toman sus parejas y continúan bailando en el centro de la pista.

Santiago no ha regresado del sanitario, lo cual se me hace extraño pues ya se ha demorado. Así que, decido ir a buscarlo. Sin embargo, lo veo a lo lejos en el jardín conversando con Adrien. Me acerco a ellos y me oculto detrás de un par de arbustos, evitando que notaran mi presencia.

—Me ha caído la liga, a Marianne le ha caído el ramo, así que... seremos los próximos—escucho decir a Adrien, sonriente, tomando la liga en sus manos y dándole vueltas con su dedo índice—¿te apetecería una boda doble? Así dividimos gastos.

—Habla por ti—responde Santiago—yo no creo en esas tonterías.

Y siento como mi corazón se hace pedacitos. Sé que es pronto para esperar que Santiago quisiera formalizar de esa manera conmigo, pero que ni siquiera lo viera como una posibilidad hace que mi corazón se rompa en mil pedacitos y me hace pensar qué tal vez me quiere, pero no me ama como lo hago yo, con cada latido de mi corazón, y eso, aunque quiera evitarlo, me llena de tristeza el alma.

Inesperadamente, tú +18 ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora