•23: ¿Te estás divirtiendo? •

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Santiago pov

Saco el teléfono de mi bolsillo, observo la pantalla y es una llamada entrante de Leah.

—Perdón que los interrumpa—dice Leah, emocionada del otro lado del teléfono—y perdón por la hora, pero es que no puedo con la emoción, le he estado llamando a Marianne pero no me atiende, ¿Qué te ha dicho? ¿Te ha dicho que si?

—Leah... Marianne nunca llegó—respondo, dándole un trago a mi vaso con whisky en el sofá de mi casa. Evitando que pueda escuchar mi llanto, pues ha sucedido otra vez. Una vez más se han burlado de mí—Si pretendía hacerme sufrir dile que lo ha logrado.

—¿Pero que estás diciendo? Marianne salió al lugar en el que la citaste, recibió cada una de tus notas.

—¿Cuáles notas?—digo, levantándome del sillón—Yo no le envíe ningunas notas.

—¿Cómo que no? Le mandaste notas toda la semana, y hoy se verían en el restaurante que le dijiste en las notas, creí que después de ahí la llevarías a darle la sorpresa... Santiago, son las 2:00 de la mañana y Marianne no ha regresado.

—Es que yo no la cité ahí. Fui muy claro contigo cuando te llamé y te dije que le dijeras que se dirigiera a Times Square para darle la sorpresa.

—Pe... pero creí que era parte de tu plan—dice, Leah. Noto la preocupación en su voz—Creí que habías cambiado de opinión y por no arruinar la sorpresa no le pregunté nada—menciona, y escucho que comienza a quebrarse en llanto—Santiago, ¿y si le pasó algo?

—Tienes que calmarte Leah, intenta recordar, ¿Sabes a qué restaurante se marchó?—digo, con mi corazón latiendo fuertemente.

—¡No!—responde—No tengo idea, soy una estúpida, debí preguntarle.

—Descuida, tenemos que tranquilizarnos, debe de haber algo en su departamento que pueda darnos una pista, voy para allá.

Cuelgo el teléfono y salgo rápidamente de mi departamento, siento mi corazón latir con fuerza, realmente estoy asustado. Cuando noté que las horas corrían y ella no aparecía en el lugar que la cité creí que había jugado conmigo, que era su manera de vengarse después de lo que vio en mi oficina, pero jamás imaginé que pudiera estar en peligro. Y maldición, el tiempo era muy valioso y me siento muy culpable por haber perdido tanto tiempo pensando estupideces.

De camino al departamento que comparte con Leah, el viaje se me hace eterno, y solamente está a un par de minutos de distancia. Me salto algunas luces en rojo sin importarme si pueden darme una infracción o si incluso puedo causar un accidente, sólo me importa saber donde está.

Al llegar aparco mi auto fuera del edificio, y subo rápidamente por el elevador hasta llegar al departamento.

—Que bueno que llegas—dice Leah, lanzándose a mis brazos en cuanto me abre la puerta—tengo mucho miedo.

—Descuida—digo, correspondido a su abrazo—la vamos a encontrar.

Digo eso último para reconfortarla, pero siento más que lo digo para mí mismo. Se suelta de mi abrazo, y acaricia sus brazos intentando tranquilizarse.

—Debe de haber algo que nos ayude a encontrarla—le digo—intenta pensar con claridad, Leah.

—Recuerdo que ella estaba muy emocionada con tus notas, y me decía que le encantaba que usaras esa estrategia, pues la consideraba original, puesto que ahora todo es por mensajes de texto y redes sociales. Siempre le decías en esas notas los días que faltaban para encontrarse y ella estaba cada vez más nerviosa. Santiago, todo cuadraba a la perfección.

Inesperadamente, tú +18 ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora