•05: Casualidad •

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—Te entrego tu cheque—Dice Santiago al verme entrar a su oficina el viernes por la mañana.

—¿Mi cheque?—Pregunto confundida—¿Se adelantó mi pago? Creí que me pagarían cada dos semanas.

Camino hacia su escritorio y tomo asiento en la silla frente a él.

—Es por lo de las fotos—responde—la marca quedó encantado con las fotografías.

—Yo no puedo aceptarlo... le dije que con que me dejara quedarme la ropa estaba dentro—río avergonzada.

—Fue trabajo extra, tengo que pagarte por ello. De hecho, la marca quiso hacer un aumento porque como te dije, les gustó el trabajo.

—De verdad, no tiene porque hacerlo.

—Quizá quisieras echar un vistazo a la suma en el cheque—dice extendiendo su mano, entregándome el cheque.

Lo observo con cautela y efectivamente la suma es mucho más grande de lo que hubiera imaginado. Lo suficientemente grande como para pagar tres meses de renta.

—¿Sabe, jefecito? De ahora en adelante debe de cuidarme porque en cualquier momento le dejo botado su puesto y me convierto en modelo—digo, al sostener el cheque en mis manos.

—Bueno, bueno, ya fue mucha conversación, pongámonos a trabajar.

—Entendido, si me disculpa iré a mi cubículo.

—Adelante—responde.

(...)

Al llegar a mi cubículo me saluda Adrien, pero esta vez es un saludo distante. Supongo que mi jefe no se ha encargado de aclarar el malentendido. El día que me propuso ir por el café, él estaba bastante entusiasmado hablándome su vida, me contó que él era de New Jersey, me contó también que lleva casi dos años trabajando en PEARL, y que conoce a Santiago desde hace alrededor de tres años. Me insinuó que era soltero, pero créanme, no estoy interesada.

Mi historia con el amor es complicada, complicada en el sentido en que he tenido un solo novio en mi vida y esto fue ya hace bastante tiempo, durante la preparatoria. Mi problema viene desde el punto en que no sé qué se siente estar enamorada, nunca he experimentado esa sensación de la que todos hablan, el esperar un mensaje impacientemente, el contar las horas que faltan para verle, el querer compartir una tarde viendo películas o simplemente estar sin hacer nada pero juntos y mucho menos he tenido la sensación de tener mariposas revoloteando en mi estómago.

Adrien es muy apuesto, pero por ahora solo puedo verlo como un amigo y me gustaría conservarlo así, como una bonita amistad.

—Adrien, ¿te pasa algo?—me atrevo a preguntar al pararme frente a su cubículo.

—No—sonríe—está todo bien.

—Sé que sigues incómodo por lo que te dijo mi jefecito sobre mí, pero ya te dije que no es verdad.

Se queda en silencio.

—Supongo que le crees más a tu amigo de hace tres años que a la chica que acabas de conocer hace una semana.

Asiente, avergonzado.

—¡Bien! Entonces aclaremos esto de una buena vez. A la hora del almuerzo, tenemos que llevarlo con nosotros al restaurante de siempre. 

—Él nunca sale de su oficina para almorzar—Menciona Adrien.

—Pues esta vez será la excepción. Intenta convencerlo, no sé, dile que... una modelo quiere conocerlo y que quiere una noche desenfrenada sin compromisos, yo que sé.

Inesperadamente, tú +18 ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora