27: Basuras comerciales

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—Vas a ir —espeta Carol, que ahora está en modo mandón, a través de la pantalla

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—Vas a ir —espeta Carol, que ahora está en modo mandón, a través de la pantalla.

—¡Claro que vas a ir! ¿Cómo se te ocurre pensar lo contrario? —Gabi la anima, lo que me resulta desesperante. Resoplo tan fuerte que ellas fruncen el ceño al mismo tiempo.

—Necesitamos salsa en nuestras aburridas vidas, entiéndelo Adri. Si Gabi no quiere contarnos lo que pasa con ese chico, tendrás que traerme tú algo de chisme.

La aludida aparta la cámara de su cara como si no la hubiesen mencionado.

—Al servicio de la dama, ¿no? —refunfuño.

—Entonces vas, ¿verdad?

Apoyo la cabeza sobre la mano y coloco mejor el teléfono sobre la toalla. He salido al jardín para tomar algo el sol.

—¿A dónde vas?

Una voz distinta a la de mis amigas hace que me sobresalte y el teléfono sale disparado por el césped del golpe que le doy. El sol me impide verle al principio. Me incorporo y por fin veo más colores además del negro. Sonriendo, observa todos mis movimientos.

—A ningún lado.

Las voces de mis amigas se escuchan a lo lejos, pero no se distingue nada de lo que dicen. Agarro el teléfono con rapidez y las cuelgo. David me mira con suspicacia, sabiendo que oculto algo.

—Entonces no te importará ayudarme hoy. Tengo que deshacer unas cajas que me ha traído mi padre y un par de manos más me vendrían bien.

Contengo el aire y le sonrío.

—Tengo que estudiar. El martes tengo el último final.

De repente suelta una carcajada que juraría que suena por todo el barrio y se lleva las manos al estómago. Arrugo la nariz y me cruzo de brazos, esperando a que pare.

—Sé que has quedado con mi hermano, no tienes que ocultármelo.

Suelto el aire contenido y me desinflo con desgana. Me sigue con diversión hasta la puerta de la cocina. Dentro de casa no hace tanto calor.

—¿Tú sabes lo que quiere?

—Nunca admitiré que te lo he dicho —comienza mientras se sienta en el taburete—. Quiere que le ayudes a elegir una canción para la boda.

—¿La de vuestra amiga Charlie?

David asiente. Cojo dos refrescos y le doy uno.

—¿Y yo qué voy a saber qué le gusta?

—Os gusta el mismo tipo de música, al parecer.

Se encoge de hombros y da un trago largo a su bebida. Nos quedamos callados un largo rato hasta que rompo el silencio.

—¿Vienes con nosotros?

—No puedo, ya sabes, las cajas... Tengo mucho trabajo hoy. Mi padre nos trajo unas cosas y tengo que colocarlas.

Only You © |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora