44: Libre

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Gabi me llama llorando por la mañana y las dos nos unimos en un mar de lágrimas, creando un océano

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Gabi me llama llorando por la mañana y las dos nos unimos en un mar de lágrimas, creando un océano. Al parecer, a ella también le han dejado. Carol se une a la llamada y, aunque a ella no le pasa nada, también acaba llorando. Es una conversación muy surrealista. Me alegro de poder contar con ellas a pesar de que en estos momentos no pueda pronunciar palabra alguna.

Álvaro no era de esos gilipollas, pero ha conseguido romperme el corazón. Ahora sé lo que se siente y duele demasiado.

—Vámonos de aquí —resuelve mi amiga de las gafas y yo tomo aire para frenar las lágrimas.

—¿A dónde? —Me limpio la nariz con un pañuelo mientras la veo por la pantalla moverse de un lado a otro.

—A Granada. Voy a inscribirme en la universidad ahora mismo.

Deja el teléfono apoyado en la mesa. Vemos como abre su portátil y empieza a teclear.

—Espera, ¿estás segura?

—Segurísima. Iremos las tres. O las dos. O yo sola. Me da igual.

Perpleja, la miro en silencio. Su iniciativa me deja completamente bloqueada. David entra en la habitación y le hago un gesto con la mano para que no hable. No puedo negar que no me duele verle, al fin y al cabo, su hermano y él son gemelos. Pero me alegra poder pasar mis últimas horas con él.

—Yo voy contigo.

David me mira con confusión.

—Acepta, bla, bla, bla... —murmura Gabi mientras lee—. ¡Hecho!

—¿A dónde vais a ir? —susurra David con preocupación. Imagino que su hermano le habrá puesto al día de nuestra ruptura. Eso o que tengo un aspecto desastroso. Es posible, no he caído en la cuenta de que cuando lloro se me ponen los ojos rojísimos.

—Estáis locas —ríe Carol—. Yo ya he pillado para la Complutense, pero os iré a ver. Me dais mucha envidia.

David coge mi brazo y tira de mí, lejos del teléfono.

—¿De qué va todo esto?

Me encojo de hombros y me cruzo de brazos.

—Ya lo has oído —respondo y sé que estoy a la defensiva, pero no puedo evitarlo. Suspiro y me desinflo—. Necesito alejarme de aquí un tiempo.

—¿Qué ha hecho mi hermano?

—No es por él —explico negando con la cabeza—. O al menos no en parte. Es por todo, mi padre, la casa...

—¿Quieres que hable con tu padre? Me da un poco de miedo, pero puedo hacerlo.

—No —respondo con rotundidad—. Aquí no tengo nada que hacer. Puede que allí tenga más posibilidades.

Él hace una mueca de tristeza. Aprieto los labios, pero no puedo evitar que otra vez las lágrimas se escapen y me desarmo del todo. Debo haber activado algún botón que hace que no dejen de salir. Gabi y Carol cuelgan al ver que no las hago caso y David me acoge entre sus brazos. Sé que me entiende a pesar de que no diga nada.

Only You © |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora