41: Bomba nuclear

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Llaman a mi puerta un par de veces y abro los ojos para ver de quién se trata

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Llaman a mi puerta un par de veces y abro los ojos para ver de quién se trata. Antes de que pueda levantarme, Álvaro ya está dentro. Cierra la puerta tras de él y se acerca a mi cama.

—¿Dónde has estado? —pregunto somnolienta al ver el aspecto tan descuidado que trae.

La camiseta negra que llevaba esta tarde está rota por la manga y tiene el pómulo ligeramente hinchado. Me incorporo para verle mejor y alzo la mano para tocar esa zona. Se sienta junto a mí sin decir nada, solo me mira y deja que mi mano roce su piel. Cierra los ojos y veo cómo su garganta lucha al tragar saliva.

Entonces se acerca y me besa como si no nos hubiésemos visto en años, como si lo llevase deseando toda la vida. Me recuesto en la cama y él se coloca sobre mí con su mano hundida en mi cabello. Coloco mi otra mano sobre su mejilla y le miro curvando los labios en una sonrisa. Tiene los ojos más bonitos del universo y me siento afortunada de poder verlos desde esta perspectiva. Vuelvo a besarle, pero acaba tumbado a mi lado como si de repente estuviese agotado.

—Quiero que sepas que no me importa.

Apoyo mi brazo en el cojín para poder verle mejor. Está amaneciendo y se me ha olvidado bajar la persiana. La luz se cuela entre las cortinas perfilando sus facciones. Álvaro coge mi mano y la besa con dulzura, aspirando mi olor tras cada beso. Entre tanto rosa, él parece fuera de lugar y, aun así, no me le imagino en otro lado que no sea conmigo. Una parte de mí estaba aterrada al pensar que no volvería.

—¿Lo del video?

Él se encoge de hombros sin dejar de mirar el techo. Ha atrapado mi mano y ahora está apoyada sobre su pecho.

—Y lo del perfil.

—Ya lo he cerrado.

—No tienes que darme explicaciones, lo entiendo.

Su sonrisa me deja más tranquila y siento un alivio enorme al comprender que no es de esos gilipollas de los que tanto miedo me daba colgarme. Aun así, los remordimientos me atormentan.

—Me siento una estúpida.

—¿Por qué? —pregunta con un toque de indignación.

—Al final, he acabado comportándome como ellos con todo eso de los Rebels y ha acabado salpicándome en toda la cara. Me cegué por mis ganas de vengarme de Rodrigo.

Juego con su camiseta, deslizando mis dedos por ella.

—La diferencia es que tú lo hiciste por todas, no solo por ti misma. —Alzo la mirada, sorprendida porque sepa el verdadero motivo de nuestro plan—. Charlie me lo contó cómo os ayudó. Yo le ayudaba con la cuenta, ¿sabes?

Me incorporo ligeramente para verle mejor.

—¿Tú?

Sonríe travieso.

Only You © |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora