33: Anna Karenina

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—¿Estás nerviosa?

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—¿Estás nerviosa?

—Bastante —respondo a Carol mientras esperamos a que Gabi aparezca en la estación.

Aunque mi otra amiga ya ha acabado, ella ha tenido que ir hoy a hacer su último examen. En una hora Charlie va a publicar el último post y sé que todo va a explotar, pero primero queremos hablar con Gabi.

—Yo también, por todo. No sé cómo va a reaccionar.

Antes de poder contestar, vemos como aparece por la puerta principal con dos moños diminutos a cada lado prácticamente deshechos y sus gafas de sol de color verde claro. Cada una las tenemos de un color, las mías son rosas y las de Carol azules.

—Dadme de beber —nos dice con desesperación y las dos nos reímos.

Nos metemos en el coche de Carol y vamos al centro comercial de las afueras. Han abierto un mexicano que tiene muy buena pinta.

—Y bien, ¿qué tal ha ido el último? —pregunto girándome para mirarla. Está enfrascada en la pantalla de su teléfono, pero al momento me mira y sonríe.

—Liberador.

La campanita vuelve a sonar indicando que tiene otro mensaje. Veo que Carol me mira de reojo, pero no dice nada.

—¿Quién te escribe tanto?

Gabi bloquea el teléfono.

—Mi madre, está ansiosa —responde mientras lo guarda en su mochila y me doy cuenta de que lleva una pulsera distinta. Ella no es de llevar nada, ni siquiera collares, por lo que me sorprende.

El mexicano está lleno porque es la hora de comer, así que vamos al de al lado, que es de tapas, y Carol nos consigue una cerveza a cada una. Estamos bebiendo las tres cuando el teléfono de Gabi vuelve a sonar. Su expresión cambia ligeramente y su rostro enrojece. Entonces nos mira y aprieta los labios.

—¿Qué?

—Lo sabemos —comento intentando tirarle de la lengua.

—¿Qué sabéis?

—¿Qué tenemos que saber? —insiste Carol apoyando sus brazos sobre la mesa, preparándose para la intervención.

Ella niega con la cabeza, nerviosa, y se coloca las gafas.

—No sé cómo pasó... Quería decíroslo, pero...

—¿Cómo se llama?

—Alex —concluye al cabo de un rato, luego coge su bebida y da un largo trago.

—Tía, pero es mayor.

—Ya lo sé. —Se mete los dedos bajo los cristales y se frota los ojos con impaciencia—. En realidad solo son cinco años, pero lo sé.

Por cómo está reaccionando, parece estar pasándolo realmente mal. Busco su mano bajo la mesa y la aprieto con fuerza. Ella esboza una sonrisa triste.

Only You © |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora