"Enzo es campeón con Estudiantes".
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Habían pasado unas semanas de ese video, y ni Marcos ni Enzo hicieron ninguna declaración y no respondían preguntas que les hacían sobre el otro. Pronto, varios lo fueron olvidando, pero aún así siguieron cuidándose.Y ese día, Enzo se sintió de nuevo como un pibe, de nuevo feliz, feliz como sólo se sentía con Marcos últimamente. Había salido campeón con Estudiantes otra vez.
Miró la medalla colgando en su pecho y sonrió mientras la agarraba. Tantos años después, volvía a ganar algo con Estudiantes. En el fondo sentía que le faltaba algo y sabía bien lo que era: volvía a ganar, sí, pero sin Marcos. Ganaba un título con el club de sus amores, sin su nene al lado.
Estaba feliz, pero sabía que lo estaría completamente si Marcos estuviera a su lado, con su propia medalla y cantando y gritando que eran campeones como hizo cuando eran pibes.
Le faltaba Marcos.
Le faltaba ahí en la cancha, pero bueno. Que se joda. Que se joda porque cuando él se fue a Estudiantes intentó convencerlo para que volvieran juntos, para que sean como cuando eran dos pibes que recién estaban aprendiendo todo. Pero, por supuesto, Marcos se negó de nuevo. De nuevo se negó a seguirlo.
Y, aunque fueran pareja, tenía esa espinita de que no podría retirarse jugando con el amor de su vida en el mismo club.
Enzo salió de sus pensamientos al llegar a su habitación, mientras abría la puerta. Vio a Santiago, lo cual era normal ya que eran compañeros de habitación ese día.
Y vio a Marcos hablando y riendo con él como si lo conociera de toda la vida.
Frunció el ceño mientras cerraba de un portazo.
—Mi... —estaba diciendo Marcos, pero no pudo añadir más ya que Enzo se le tiró encima, escondiéndose enseguida en su pecho.
Marcos lo abrazó por acto reflejo, pero sonrió al sentirlo contra él y pensó en lo afortunado que era por eso. En la suerte que tenía de que Enzo lo amara a él y no a otro.
—Hola —le susurró Enzo separándose un poco.
—Mi campeón favorito —susurró Marcos, haciendo que lo mire.
—Pero la gané sin vos —susurró Enzo, mientras lo volvía a abrazar—. Sos un pelotudo.
—¿Por qué? ¿Qué hice ahora?
—Si hubieras aceptado venir...
Enzo no pudo terminar su queja, ya que Marcos le comió la boca para callarlo.
Santi les sacó una foto y se fue a la mierda al ver que no pensaban separarse.
Enzo gimió contra los labios de Marcos, quien lo apretó contra la pared.
—Creo que mi campeón merece un festejo —susurró.
Enzo se rió. Estaba un poco cansado por el partido, pero no podía negarle algo así.
—A menos que estés cansado por el partido y los festejos —murmuró Marcos, como si leyera sus pensamientos. Enzo creía que lo hacía.
Enzo negó, porque era más fácil mentirle a Marcos con la boca cerrada. Aunque, por supuesto, olvidaba cuánto lo conocía Rojo:
—No importa si no querés, me olvido que estoy saliendo con un veterano —se rió.
—Uh, sí, porque vos tenés 20 —le devolvió la burla Enzo.
Y Marcos le tiró un besito.
Enzo no soportó: lo agarró de la remera para acercarlo y lo besó con furia.
Marcos sonrió mientras sus labios chocaban, y pronto dominó el beso, mientras empezaba a acariciarlo. Enzo gimió cerrando los ojos, dejando que Marcos haga lo que quiera, como siempre.
—Lindo —susurró Marcos, besando su pecho mientras le empezaba a levantar la remera de campeón.
Enzo cerró los ojos y se dejó llevar. Recordó Brasil, recordó ese 15 de julio de 2009, con ambos encerrados en un baño del Mineirao, empezando a descubrirse, empezando algo que nunca pudieron parar. Con ambos inseguros por lo que estaban por hacer pero seguros de que querían entregarse al otro en cuerpo y alma.
La primera vez de muchas.
Marcos había terminado destruido contra la pared, murmurando Enzo, Enzo, Enzo mientras acababa y se aferraba a él.
Y Enzo nunca lo había tratado con tanto cariño como en esa primera vez.
Mientras intentaba centrarse en lo que ocurría en ese momento en su habitación, más recuerdos venían a su mente.
De ese título con Estudiantes a este momento, habían pasado 5408 días, pero recordaba todo como si fuera ayer.
Recordaba lo nervioso que estaba Marcos y cómo lo intentaba calmar él.
Recordaba cuando Marcos era ese pendejito que se arrodillaba y le pedía que le acabe en la cara, cuando tenía el pelo largo y lo podía usar mejor. Ese pendejo, ese nene, ya era un hombre. Un hombre que lo hacía temblar con el mínimo toque.
—Enzo. —Salió de su ensueño al escuchar su nombre abandonar los labios de Marcos. Lo miró—. ¿Estás bien? —preguntó Marcos.
—Sí —susurró Enzo—. Estaba pensando.
—¿En qué? —le preguntó Marcos.
Enzo se mordió el labio y se escondió en el pecho de su novio con una sonrisa imposible de ocultar. Marcos lo sintió vibrar contra su pecho y sonrió como un boludo enamorado.
Porque eso era: un loco enamorado del chico más lindo y perfecto del mundo.
—En nuestra primera vez —susurró Enzo.
—¿Querés repetir eso? —sonrió Marcos, y Enzo lo miró.
—¿Querés que te recuerde que yo fui arriba? —sonrió Enzo, sabiendo que a Marcos no le gustaba entregar desde que había crecido un poco más.
—Me puedo sacrificar por mi campeón —dijo Marcos, mientras se sacaba la ropa y hacía lo mismo, con cuidado, con la de Enzo. Le sacó todo menos la medalla.
La manera en que Enzo se volvió a enamorar de Marcos cuando dijo eso, fue inexplicable.
Marcos se acostó lentamente en la cama, y Enzo lo siguió, hipnotizado, para subirse sobre él.
—Prefiero no saber por qué siempre tenés una botella de lubricante cuando concentrás —comentó Marcos al verlo sacar la botella, mientras le daba la espalda.
Enzo sonrió. Antes de estar oficialmente con Marcos, hubo una vez que quedó grabada en su memoria: había terminado un partido de River y se había cogido a Solari. Pablo siempre tenía una botellita, pero evidentemente se le había acabado (se imaginaba cómo) y Enzo, confiado por Pablo, no había llevado. Cuestión que se lo tuvo que coger sin lubricante, y aunque sabía que a Pablo le gustaba eso, nunca se perdonó hacerle doler tanto. Hacerlo llorar por el dolor.
—¿En serio querés saber del decorado? —preguntó Enzo.
El decorado. Así le decían ambos a las personas con las que habían estado antes de ponerse de novios.
—No —negó enseguida Marcos, y soltó un chillido cuando Enzo lo empezó a preparar. Pérez se rió.
Lo preparó por unos minutos mientras dejaba besos en toda su espalda.
—L-Listo, Enzo —gimió Marcos.
Enzo, al escuchar eso, retiró sus dedos escuchando suspirar a Marcos, y se introdujo con lentitud y cuidado en él, intentando dejarse llevar por las sensaciones que habían sentido en Brasil hacía casi 15 años.

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Estando juntos
RomanceMarcos y Enzo eran amigos desde hacía dieciséis años, aunque se convirtieron en amigos con derechos hacía casi quince. "Sólo sexo", habían dicho. Pero no pudieron. Se enamoraron inevitablemente. [Empezada el 29/03/24 Terminada el 10/07/24]