2. encontrarlo allí

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"Marcos se queda con Enzo luego de otra noche juntos y lo lleva a entrenar".

Enzo se despertó, y, como ya era habitual ver la cama vacía luego de coger con Marcos la noche anterior, lo único que hizo fue suspirar y vestirse.

—Ojalá alguna vez te quedaras —suspiró inaudible, y se dirigió a la cocina para prepararse algo para desayunar.

La imagen que vio al llegar lo desconcertó y tal vez emocionó.

Marcos estaba en la cocina, con la música a fondo cantando La Cumbia de los Trapos y preparando el mate, estirándose para agarrar la yerba.

—Se viene el fin de semana, todo' a la cancha vamos a ir... —cantaba golpeando con suavidad la mesada.

Una de las actividades favoritas de Rojo era revolver el placard de Enzo buscando ropa vieja que el mismo Enzo ni se acordaba que tenia. En ese momento, Marcos vestía un short desgastado que el de River se había comprado quién sabe cuándo, y estaba en cuero. Enzo se concentró en el tatuaje de la Libertadores de ambos.

—¿Viste un fantasma, vos? —La voz risueña de Marcos lo devolvió a la realidad.

—Yo... Yo... —tartamudeó Enzo.

Marcos negó mientras dejaba todo lo que hacía, para acercarse a Pérez. Dejó un beso suave en sus labios.

—Buenos días —le susurró al oído—. Intenté despertarte con besos, pero no pude así que me quedé preparando el mate —explicó.

Enzo no dijo nada, pero el abrazo que le dio, dijo mucho más. Dijo todo lo que él no podía decir con palabras porque en ese momento no le salían.

—No te fuiste —fue lo único que pudo decir.

—Decidí no ser tan cagón, quiero dejar de ser tan cagón —susurró Marcos—. Perdoname si te hice sentir mal todas las veces que me iba antes de que te despertaras.

Enzo se aferró más a él, temiendo que sea un sueño y que si lo soltaba, iba a despertar e iba a ir a la cocina para encontrarla vacía.

—Estoy acá, tranqui —le dijo Marcos, separándose un poco y besando su frente—. Buscate las tostadas y la mermelada, en un ratito está el mate —le indicó yendo a poner la yerba.

Enzo asintió. Todos esos movimientos siempre los hacía en automático, pero esta vez lo hizo consciente, casi sin apartar la vista de Rojo, admirando el hecho de haberse despertado y tenerlo allí preparando el mate... como si fueran una pareja.

Marcos empezó a cantar "Piel", mientras el mayor llevaba las cosas a la mesa.

Dame un chance que hasta los bandidos se enamoran también —cantó Marcos, dándole un beso. Se lo cantó a él, a Enzo.

Enzo se sonrojó, y disimuló preparando una tostada.

—¿Siempre me miraste así? —le preguntó de repente Marcos, acercándose con el termo y el mate.

—¿Así cómo? —preguntó Enzo.

—Con esa cara de enamorado.

—Hace mucho que te miro así. —Enzo empezó a cebar y tomó el primero.

—¿En serio soy tan boludo que nunca me di cuenta? —se rió Marcos.

—Sí —asintió Enzo.

—La idea era que me digas "no, mi amor, no sos boludo" —le dijo Marcos. A ambos los sorprendió ese "mi amor" involuntario que había salido de la boca del defensor, pero ninguno dijo nada sobre eso. Marcos puso una canción de Pala Ancha, mientras agarraba el mate y empezaba a tomar.

Estando juntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora