18. suerte

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"Marcos y Enzo pasan tiempo juntos"
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—Me encantaría pasar toda mi vida con vos —le dijo Marcos a Enzo cierto día.

Eso tomó por sorpresa a Enzo.

Esas cosas tenía Marcos: que por ahí no era tan romántico, pero que de repente salía con esas cosas que dejaban sin aliento a Enzo, que lo dejaban todo sonrojado y nervioso. Pero cosas con las que siempre estaba de acuerdo.

Se preguntaba si estaría en desacuerdo con alguna en algún momento. Él también quería pasar toda su vida juntos.

—Yo también —dijo.

Marcos sonrió y lo agarró de la cintura, acercándolo a él y dejando un pequeño beso en su frente. Acarició cada una de sus pecas, y Enzo supo que las estaba contando.

—¿Por qué sos tan lindo? —susurró Marcos, luego de un rato de estar así.

—Basta —murmuró Enzo, un poco avergonzado.

Marcos le sonrió, para luego darle un beso profundo. Enzo jadeó y le correspondió con intenciones de pasar a más, pero una serie de ladridos los interrumpieron.

—¿Qué pasó, Bernabéu? —suspiró Enzo, agachándose para recibir a su perrito, quien lamió su cara apenas pudo.

Marcos se empezó a quejar en voz baja de que con Berna ahí no podían hacer nada, y demás cosas que Enzo no pensaba reproducir. Y que, por supuesto, lo hicieron sonrojar.

—Basta, me estás enamorando más —se quejó Marcos al verlo así.

—¿Por? —susurró Enzo, mirándolo de reojo y más concentrado en su cachorro (ya no tan cachorro).

—Porque sí —respondió Marcos, mientras besaba su frente, arrodillándose a su lado—. Porque sos vos.

Enzo se sonrojó y apartó la mirada, y Marcos besó toda su cara.

—Debería presentarte a los pibes —comentó Marcos de la nada, y Enzo sabía que hablaba de sus compañeros de Boca.

Siempre que un futbolista se ponía en pareja con alguien de otro club, lo presentaba en alguna juntada, y el otro futbolista lo presentaba a los compañeros de su club en la siguiente. Ya era tradición, al menos, en todo el fútbol argentino desde hacía décadas.

—¿Vos decís que me van a querer? —bromeó Enzo.

—Los dos sabemos la respuesta —se rió Marcos—. Saben por el video, pero no te presenté oficialmente así que fingen demencia y hacen como que yo estoy soltero. Se me siguen insinuando algunos, y hasta que no te presente no va a dejar de pasar. Siempre les digo que no a todos, pero igual. Es feo eso cuando saben que tengo novio.

—Yo también te tengo que presentar —murmuró Enzo.

—Cuando quieras —susurró Marcos—. Quiero que vos estés listo.

Enzo lo besó, y luego terminó acurrucándose en su pecho, abrazándolo y tapándolos a los tres con una cobija en el sillón.

Enzo lo miró y sonrió. Era muy afortunado de tenerlo.

—Uff, cómo amo esa sonrisa —sonrió Marcos, y Enzo se rió.

Marcos estiró su brazo y acarició su nuca con el pulgar, mientras besaba su hombro y mejilla y lo miraba con una sonrisa.

Enzo cerró los ojos, suspirando. Amando esas atenciones de Marcos. Lo suave que era, lo suave que era sabiendo lo frágil que podía ser Enzo.

—Hermoso —escuchó que susurraba Marcos, dejando besos en todo su cuerpo, con mucho cuidado. Enzo se estremeció y Marcos, con una sonrisa cegadora, paró y se alejó un poco al escuchar un ronquido.

Bernabéu, al lado de Enzo, dormía con la cabecita apoyada en el regazo de Pérez, acurrucado ahí.

—Mi rey hermoso —susurró Enzo al verlo así.

Marcos los acarició con cuidado a ambos, muy enamorado.

Miró a Enzo. Tenía mucha suerte al no perderlo después de lo que pasó cuando volvió a Argentina. Tenía suerte de que Enzo lo siguiera amando.

—¿En qué pensás? —le preguntó Enzo entrelazando sus manos.

—En que tengo suerte de que estés acá... En lo suertudo que soy porque me amás —respondió Marcos, besando cada uno de sus dedos con ternura.

Lo trataba como a un rey, porque eso era para el capitán de Boca.

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