𝗼𝗰𝗵𝗼

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— beomgyu, ¿puedes abrir? — aunque habló, no recibió respuesta alguna de parte del menor. y los golpes que habían resonado en la casa volvieron a escucharse una vez más. — ¡beomgyu, la puerta!

— ¡estoy cambiando a ning! — yeonjun, viéndose casto de otras opciones, puso todo de sí para levantarse y caminar como pudo hasta la puerta. apoyándose de todo lo que le pudiera ayudar a estarse en pie.

— hola. — ni siquiera la sonrisa burbujeante de huening kai (esa que normalmente solía devolverle el ánimo a cualquiera) hizo que su semblante serio cambiase.

— hey. — le dejó pasar y caminó de vuelta al mesón, para volver a terminarse su café mañanero. — ¿qué haces aquí tan temprano? no te esperábamos hasta las tres.

— sí... necesitaba hablar con ustedes. — adentrándose a la casa detrás de él, no pudo evitar notar la forma extraña en la que el mayor estaba caminando, como si el simple hecho de apoyar sus pies en el piso fuera doloroso. — ¿qué te pasa?

— asuntos maritales. — se quejó cuando se volvió a sentar donde estaba, suspirando con cansancio como si el trayecto silla-puerta-puerta-silla hubiera drenado toda su fuerza.

— ¿discutieron? — se sentó del otro lado del mesón, bebiendo del vaso en el cual se sirvió un poco de jugo. yeonjun ladeó la cabeza.

— no exactamente.

— ¿entonces qué...? — dejó de hablar cuando notó la expresión del mayor que le veía por encima de su taza de café de la mejor mamá del mundo. él pareció comprender. — oh.

— kai, ¿qué haces aquí? — la atención del menor se desvió de yeonjun apenas el castaño salió de una habitación con un pañal sucio en una mano.

— también me alegra verte. — yeonjun rió.

— lo siento; es sólo que te esperábamos después de las tres. — luego de tirar el pañal en el basurero, su mirada se desvío al reloj que colgaba de la pared y que marcaba las ocho con diez de la mañana. era un poco temprano para todos, menos para yizhuo que amaba hacerlos madrugar.

el rubio hizo una mueca.

— sí... es que necesitaba hablar con ustedes. — le dijo exactamente lo mismo que le dijo al mayor hace un momento, salvo que ahora se veía un poco indispuesto por lo que sea que les fuera a decir. yeonjun y beomgyu compartieron miradas por un momento, preguntándose con qué les iría a salir este chico ahora.

— ¿ya desayunaste? — aunque atento a lo que le decía, el castaño le dio la vuelta al mesón y se metió en la cocina para preparar el desayuno.

— aún no.

— ¿quieres tocino?

— ¿es del que tiene pimienta? — beomgyu afirmó, sacando la bandeja de tocino del refrigerador. — entonces sí.

— ¿sobre qué querías hablar? — murmuró yeonjun atrayendo de nuevo su atención, notando también que ya su taza de café se estaba comenzando a vaciar.

— ah, sí. es... sobre ning. — escuchar que la mencionaba alertó a ambos, tanto a beomgyu que casi se quema con el aceite del tocino, como a yeonjun cuyos pensamientos emergieron de su café negro.

— ¿qué pasa con ella?

— bueno, en realidad es sobre lea. — se corrigió, sintiendo sobre él la mirada curiosa del pelinegro.

— ¿le pasó algo a tu hermana? — ahora fue beomgyu el que preguntó, sentándose vagamente en la silla que había vacía al lado de huening kai.

— ¡oh, no, no! ella está bien... en realidad... va a estar de viaje este mes. — por un momento, ninguno dijo nada, era como si apenas estuvieran procesando lo que les acababa de decir.

— ¿traducción?

— necesita que cuiden a yizhuo todo el mes.

— ¡¿todo el mes?! — los dos menores se volvieron a mirarle, uno más nervioso que el otro. yeonjun parecía estar demasiado intranquilo por lo recién dicho. — ¿qué clase de madre de mierda es tu hermana, huening kai?

— ¡choi yeonjun! — inmediatamente lo regañó por lo tan impertinente que había sido aquel comentario; el mayor sólo atinó a encogerse en su asiento.

— lo siento... tuve una noche agitada. — miró al castaño con molestia, pero todo lo que recibió de él fue una sonrisa suave. — sólo... no entiendo cómo puede dejar a ning así.

— créeme que yo tampoco estoy feliz por que lo haga. — murmuró el menor, removiéndose sobre su silla, un poco incómodo. — y no me malentiendan, son unos niñeros geniales, yizhuo los adora. pero, bueno... ella es su madre y ya saben... pero le dije que les pagara el doble para compensarlo.

— está bien, no te preocupes. — beomgyu le desordenó el cabello, sonriéndole con indulgencia. su acción disipando los nervios locos del menor.

— ¿en serio? — asintió.

— nos encanta cuidar a ning. — le dio una mirada de reojo a yeonjun, quien fingía no prestarle ni la más mínima atención a lo que estaban hablando, y beomgyu comenzó a murmurar para que sólo huening kai le escuchara. — a veces se pone demasiado triste cuando ella se va.

— no dije que fuera por ning. — su intervención repentina atrajo la mirada de los dos menores. — pero ella necesita a su madre.

— lo sé, y se lo dije... pero ella no quiere escucharme...— aquello último lo farfulló entre dientes, como molesto. — lo haría yo, pero saben lo torpe que soy con los niños.

— lo sabemos.

— dejaríamos a ning con la hermana loca de taehyun antes que con soobin y contigo.

— bueno, ya pueden dejar de halagarme. — los dos mayores rieron, aunque decían la verdad, ese par había roto más cosas juntos que cualquier otra persona en toda su vida. — entonces, ¿aceptan?

— por supuesto. — inmediatamente, una sonrisa dulce se dibujó en el rostro del rubio ante la afirmación inmediata de parte de yeonjun. — pero lo hacemos por ning y por ti, no por tu hermana.

— ni siquiera la conoces, jun. — dejó de su lado su desayuno ya servido y se sentó del lado contrario para comer junto a kai.

— lo sé... pero ya me cae mal. — ellos iban a continuar hablando, ahora más amenamente que antes, hasta que el sonido ensordecedor del llanto de la niña desde la habitación los alertó. — aprovechando que estás, ve y atiéndela, ¿sí?

huening kai accedió gustosamente y de inmediato se adentró en la habitación de ning.

— es un buen tío, ¿no lo crees?

— sí... aunque parece más su hermano. — farfulló, viendo como el menor jugaba con la más pequeña desde el sillón, haciéndola reír sin el más mínimo esfuerzo. — tiene un don.

¡ning! ★ beomjunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora