𝗱𝗶𝗲𝗰𝗶𝘀𝗶𝗲𝘁𝗲

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había pasado un mes desde entonces, quizás dos, tomar la cuenta desde ese día no era una de las cosas que yeonjun y beomgyu tenían en su lista de lo más importante por hacer. esa que, si existiera, estaría llena del nombre dulce de la pequeña ning yizhuo.

sus mañanas ahora comenzaban temprano, dejando de usar un despertador cuando el llanto escandaloso de la pequeña era lo suficientemente fuerte para despertarlos a ambos. afortunadamente ella estaba entrando en la etapa en la que se dormía a las ocho y, si tenían suerte suficiente, no se despertaba en toda la noche.

ahora, a diferencia de como era antes, huening kai y soobin los visitaban casi todos los días. minjeong y jimin también (aeri y taehyun se lo perderían por un tiempo por estar visitando a los padres de la japonesa en dicho país); lo cual era algo bueno cuando beomgyu llegaba demasiado cansado de trabajar y yeonjun debía encargarse de todo.

y se había dado cuenta que, en efecto, ser ama de casa era una mierda. él no nació para esto.

momentos como ahora, en los que estaba echado en el sofá con una mascarilla en el rostro, su cabello siendo recogido por una diadema que se le quedó a jimin una vez que fue a su casa y el pijama de ositos que le regaló taehyun, tranquilo, aprovechando que ning comió demasiado en el desayuno y se quedó rendida en su cuna. estos momentos le hacían recordar que tenía veinticinco años y no cuarenta y dos.

— buenos días, señora choi. ¿su hijo puede salir a jugar? — el menor le sonrió cuando le abrió la puerta y le miró, serio.

— ¿qué quieren? — se alejó de la puerta y volvió a tirarse en el sofá, dejando que huening kai y soobin entraran detrás de él, ambos sentándose en el sofá grande mientras él estaba con las piernas y la cabeza en los reposabrazos de uno de los pequeños.

— en realidad vinimos a hablar con tu marido. — el comentario de parte del pelirrojo atrajo su atención, frunciendo el ceño mientras mordisqueaba un caramelo de regaliz. esos que sólo a yeonjun gustaban.

— ¿qué tienen que hablar con beomgyu? — los dos menores compartieron una mirada algo sospechosa que el pelinegro no entendió, pero sí notó. — ¿qué?

— no te podemos decir. — se sentó apropiadamente en el sofá, confundiéndose cada vez más.

— ¿por qué no? — soobin estaba a punto de decir algo más cuando el sonido de la puerta siendo abierta atrajo inmediatamente la atención del trío.

al verlos reunidos en el salón, beomgyu sonrió un poco sin mostrar los dientes.

— ¿se puede saber qué tienen que hablar este par y tú? — ni siquiera pudo saludar cuando el mayor se puso en pie, pisoteando hasta la entrada, hablándole a los golpes.

— qué hermoso llegar a casa y ser recibido por mi bella esposa. — rodeó su cintura y le dio un beso rápido, haciendo una mueca segundos más tarde al sentir un sabor extraño en sus labios. — ¿qué rayos tienes en la cara?

— ¿acaso uno ya no puede estar cómodo en su casa sin que le digan algo? — los demás rieron, aunque a él no le había hecho nada de gracia. — respóndeme.

— recuérdame tu pregunta, cielo. — murmuró, tranquilo, sacando del refrigerador tres latas de soda. yeonjun se sentó en las sillas del mesón y a su lado estaban soobin y huening kai.

— estos dos vinieron diciendo que tenían algo que hablar contigo y, cuando les pregunté, no quisieron decirme. — reprochó. — ¿se puede saber qué me están ocultando?

— es una sorpresa. — fue todo lo que le dijo, dándole un largo sorbo a su bebida de uva y repitió exactamente lo mismo que escuchó de soobin hace un par de minutos. — no te podemos decir.

— ¿estás bromeando? — negó. — tienen que decirme.

verlo reír ciertamente le hirvió la sangre, estaba molesto.

— estamos organizándote una despedida de soltera. — se burló y todo lo que el pelinegro hizo fue poner los ojos en blanco antes de ponerse en pie, dispuesto a irse a su habitación. o así planeaba antes de que el menor le abrazara por la espalda, deteniéndolo. — no te molestes, princesa.

— ¿desde cuándo me guardan secretos? malditos traicioneros...— una vez más, los dos menores compartieron miradas, como si con tan sólo eso pudieran comunicarse.

— mejor volvemos cuando a tu mujer se le bajen los humos. — y ni siquiera dejaron que yeonjun replicara cuando ya se habían marchado tan rápido como habían llegado.

una vez solos, yeonjun se soltó del agarre del menor y continuó con su camino. aunque apenas pudo dar un par de pasos cuando beomgyu volvió a aprisionarlo entre sus brazos.

— suéltame. — aunque forcejeó, beomgyu no se alejó ni un poco.

— ¿por qué te enoja tanto? ¿estás en tus días?

— te estás pasando con los chistes, en serio. — se quejó. — déjame, beomgyu.

ignorando sus palabras, el castaño le dio vuelta, mirándolo con dulzura mientras todo lo que la expresión del mayor demostraba era molestia. le sonrió.

— lo sabrás antes que termine la semana. — como si de un niño consentido se tratase, sólo eso bastó para subirle de nuevo el ánimo al mayor, que intentó todo lo posible para no sonreír. — y, créeme, jun, vas a estar muy feliz cuando lo hagas.

— ¿en serio? — asintió, riendo por su reacción.

— te besaría, pero los labios te saben a jabón. — esta vez, su burla le sacó una sonrisa. el pelinegro pasó sus brazos alrededor de su cuello y enredó sus dedos entre su cabello, sintiendo el peso de las manos del menor apretarse en su cintura.

— puedes besarme en otros lugares. — beomgyu jadeó.

— qué cosas dices, choi yeonjun. tienes una boca muy sucia. — ellos apenas se habían acercado, apenas se habían encerrado en su burbuja y apenas habían recordado que no estaban precisamente solos cuando los gritos fuertes de ning llorando desde el piso de arriba los alertó.

— ¿puedes ir? estoy muy cansado. — beomgyu frunció los labios cuando sintió como el mayor bajó sus dedos hasta el lóbulo de su oreja, haciéndole sentir escalofríos... manipulándolo.

suspiró.

— bien.

y desapareció escaleras arriba para calmar los incesantes lloriqueos de ning yizhuo, mientras yeonjun se preguntaba qué sería aquello que su novio y sus amigos le estaban ocultando.

¡ning! ★ beomjunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora