V4.1. CAMINOS DE PIEDRA.

206 31 20
                                    


Volumen 4. Capítulo 1. Caminos de Piedra.

*Nene Mori*

*Hace algunos meses*

Mi grupo de amigas estaba saliendo de la sala de Karaoke ahora mismo, después de haber expresado toda su molestia por la situación que estábamos viviendo. Apenas ha pasado un solo mes desde que ingresamos a esta preparatoria tan prestigiosa y, debo decir, que ha sido de las mejores decisiones que he tomado en la vida, pese a que las cosas no estaban del todo bien en nuestra clase.

Toda mi juventud estuve recluida en mi casa, en cuatro paredes que conformaban mi habitación. Mi educación a partir del segundo año de secundaria se basó en tutores privados, muy buenos debo decir, pero que no me permitieron conocer más acerca del mundo que lo estrictamente académico. No es que me importase en ese momento tampoco, era feliz viviendo de esa manera, alejada de todos los que me pudieran hacer daño.

Supongo que estaba pasando por una fase de rebeldía cuando decidí intentar el examen de admisión a la preparatoria. Al no tener una comparativa fija con otras personas de mi edad de que tan capaz era académicamente hablando, no pensé que tuviera muchas oportunidades de aprobar un examen que siempre se pintó como complicado, pero de alguna manera lo logré.

Cuando pasó todo el proceso de selección, mis 'padres' estaban fuera del país, por un viaje de negocios que tenía pinta de ser muy largo. No hubiera podido hacer el examen si ellos estuvieran cuidándome, en primer lugar, así que supongo que agradezco que todo se haya confabulado a mi favor en ese momento para que pudiera venir aquí.

Lo cierto es que mis 'padres' no iban a llegar en el corto plazo. Ambos tenían un trabajo de capacitación de trabajadores que iba a tomar, por lo menos, cuatro meses de arduo trabajo si no se alargaba debido a problemas que siempre ocurren. Eso significó que no pudieron estar presentes cuando fue el primer día de clases para despedirme de casa... No es que me hubieran dejado marchar, de todos modos.

Tuve que resignarme con dejarles una carta en la mesa para qué, cuando regresaran, no se preocupen tanto por mí; no creo que pase algo tan bonito como eso, pero de todas maneras lo hice.

Aunque no creo que haya sido la mejor decisión marcharme de esa manera ahora que lo pienso detenidamente, pero cuando estoy aquí se me olvidan esas cosas por algunos momentos; sobre todo porque las clases pueden llegar a ser tan difíciles que si me distraigo por una milésima de segundo me perdería.

Es cierto que no todo es bonito en esta escuela. Hace apenas unas horas se nos desveló la verdadera naturaleza de su sistema, con todos sus entresijos, engaños y propósitos para ocultarnos la verdad. Y, cuanto menos fue un golpe doloroso.

Nosotros, la Clase-D no somos más que un grupo formado a través de los desechos de la sociedad, personas defectuosas que no tienen remedio y que han sido bendecidos con entrar en esta escuela con el único propósito de ser el hazmerreír de las clases superiores a nosotros.

Hace años que no me llamaban defecto o alguno de sus tantos sinónimos, y esas palabras abrieron en mí una serie de recuerdos dolorosos que no quería recordar por nada del mundo.

Aunque dije que toda mi juventud estuve recluida en casa, eso no se extendía a mis días de infancia o incluso a una pequeña parte de la secundaria; hubo al menos una etapa de mi vida en la que fui a una escuela normal como todos los niños normales, a crear relaciones sociales normales y tener estudios escolares normales, pero yo soy todo menos normal y ese momento no duró mucho antes de que tuviera que retirarme.

Pero tampoco es que la escuela esté del todo equivocada. Somos defectos y eso no se puede negar por nada del mundo. ¿Qué tipo de personas harían caso omiso cuando dos de sus compañeros está tratando de salvarlos del infierno, sino defectos? Porque así fue. Cuando el chico conocido como Ayanokouji Kiyotaka y la chica conocida como Matsushita Chiaki nos tendieron una mano todos nos negamos a tomarla, actuando por egoísmo y negándonos a ver más allá de nuestras narices.

KIYOPON... ¿¡LATINOAMERICANO!?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora