Volumen 3. Capítulo 5. El trauma de Kayoko Ishikura.
A la mañana siguiente me levanté como si nada interesante hubiera pasado. Y de hecho fue así. Ayer tuvimos un gran día. Pese a las discusiones que tuvimos como grupo, fuimos capaces de enfrentarnos a la adversidad y sobrevivir ya dos días en este lugar. Repartimos roles, cazamos, hicimos una fogata, comimos directo del fuego, contamos historias de terror, comimos bombones y cuidé a una chica mientras se masturbaba.
Lo más normal en una vida a la intemperie.
...
¡No, no lo es!
Lo que sucedió ayer fue una de las cosas más bizarras y surreales que me ha pasado en toda mi vida -y eso que he vivido muchas cosas que no puedo contar-.
No es que sea virgen ni nada de eso, tampoco me asusta el sexo ni lo relacionado a él, no lo veo como un tabú, pero definitivamente nunca esperé que una chica se acercara a mí con el propósito de cuidarla mientras se tocaba.
Aunque Kayoko tenía sus razones para hacerlo...
-Flashback-
"Creo que escuché mal, ¿puedes repetirlo?"
"Es vergonzoso, Ayanokouji-kun. Sé que lo escuchaste muy bien." Kayoko apartó la vista avergonzada. Un lindo tinte rosado adornaba sus mejillas después de haber hecho semejante sugerencia.
Lo cierto es que la escuché bien desde un comienzo, pero quería asegurarme de que mi mente no me estuviera jugando una mala pasada.
"Supongo que no tengo problemas, pero... ¿Estás segura? ¿No es algo que deberías hacer en la intimidad?"
Quiero decir, no es muy normal para nadie querer que alguien te vea masturbándote, a menos que estés en una situación íntima con tu pareja romántica o sexual; o simplemente tengas un fetiche por ser observado, pero no creo que ese sea el caso de Kayoko por la actitud tan avergonzada que demuestra.
"Ese es justamente el problema que quería platicar contigo..."
"Adelante..."
La insté a que hablara; sin embargo, me tomó la mano y me arrastró a un lugar profundo en el bosque.
"Perdón... Te hablaré de ello, pero ayúdame por favor. Estoy llegando a mi límite."
"Bien, bien, hagamos lo que quieras."
Kayoko comenzó a acelerar sus pasos hasta que básicamente estaba corriendo a través de la oscuridad del bosque. Esto parecía ser una situación mucho más seria y problemática de lo que pensé, así que me mantuve en silencio durante todo el camino hasta que llegamos a un claro apartado.
"Umm... ¿Podrías darte la vuelta?"
"Oh, claro." Tal parece que Kayoko solo quería un guardia personal, no a un voyeur.
El silencio era aterrador en este oscuro bosque, pero sobre todo era absoluto, por lo que el más mínimo ruido podía escucharse claramente. Si se iba a masturbar era probable que soltara algunos gemidos, y podía ser descubierta en ese supuesto. Mi labor era cuidar los alrededores hasta que terminara con su pequeño 'juego'.
Mis oídos habían sido entrenados para escuchar cosas que otras personas no podían escuchar, lo que combinado a este silencio sepulcral hizo que pudiera oír el leve ruido de la ropa de Kayoko -que en realidad es mi ropa de gimnasia- deslizarse a través de su cuerpo hasta chocar contra el frío piso.
"Haaaaah" soltó un largo suspiro cuando -presumiblemente- comenzó a masturbarse.
Mis ojos vagaron por todo el lugar buscando en qué distraerse para no prestar atención a lo que sucedía a mis espaldas. Los árboles estaban hechos de madera, el suelo estaba muy bien cuidado, el cielo estaba hecho de cielo y...
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KIYOPON... ¿¡LATINOAMERICANO!?
FanficKIYOTAKA NO SUFRIÓ DE LOS ABUSOS DE LA WHITE ROOM, PERO TUVO QUE ENFRENTARSE A ALGO MÁS PELIGROSO QUE ESAS CUATRO PAREDES BLANCAS: LATINOAMERICA.