Intentó darse prisa porque el reloj de la pared marcaba casi la hora a la que debía salir, pero sus temblorosas manos y las lágrimas incipientes que brotaban de sus ojos sin permiso le dificultaban la tarea. Los botones de su camisa se resistían a ser abrochados para enfrentar un día tan triste como aquel y su rostro demacrado por el dolor combinaban demasiado bien con el funeral al que estaba a punto de asistir.
Se apoyó en la pica del lavabo de la habitación dejando escapar un suspiro lleno de derrota y pena. Se adentró en una espiral de pensamientos destructivos y autocompasivos, se preguntó por qué la vida era tan corta para los más buenos y por qué la muerte era tan inoportunamente puntual y le dolía no encontrar las respuestas adecuadas para esas cuestiones.
Una mano que se posó en su espalda encorvada la sacó de ese tornado como por arte de magia y se sobresaltó. No había escuchado los pasos de la persona que buscaba consolarla.
Alzó su mirada al espejo para ver los ojos verdes de su novia en el espejo junto a ella. Ninguna de las dos sonreía, pero cuando los iris marrón leña encontraron al verde hoja ambas supieron que, pese a todos los golpes que pudiese dar, la vida seguía sin ser tan mala como a veces podía aparentar.
Chiara abrazó de lado a su novia pasando su brazo por su espalda envuelta en una americana gris y con la mano libre acarició la de Violeta, que hacía meses que estaba más fría que de costumbre. La granadina ni siquiera podía sostenerse la mirada en el espejo a sí misma más de cinco segundos. Su apariencia física había cambiado radicalmente en el último año.
Hacía once meses que había vuelto al hospital Vall d'Hebron acompañada de sus amigos para intentar luchar contra el monstruo que invadía su cuerpo. Había sucedido a la mañana siguiente de leer la carta que Juan Carlos había escrito para apoyarla en sus decisiones. Esa noche tuvo una larga conversación con sus amigos en la que se abrió en canal, confesó sus mayores miedos y se permitió ser débil por primera vez en su vida gracias a las últimas palabras que le había dedicado su padre de hospital.
Ruslana, tal y como prometió, fue quien tomó las riendas del grupo mientras Violeta se permitía dejarse cuidar. La granadina solo pidió un último favor más: que tomasen un barco a Menorca al día siguiente para pasar allí un día más antes de volver al hospital de Barcelona.
Sin embargo, esa misma madrugada, durmiendo abrazada a Chiara en la furgoneta a la intemperie como las dos noches previas, Violeta sintió el dolor de su enfermedad envolviéndola como fuego abrasador por primera vez desde que había recaído. Hasta entonces había tenido la suerte de no tener síntomas y de poder ignorar su situación, pero el cáncer seguía ahí, en su hígado, estómago y útero. Y su llanto despertó a todos sus amigos.
Entre todos buscaron los analgésicos que le habían dado los médicos antes de salir del hospital y le ayudaron a tomárselos, pero no fue suficiente. El dolor seguía y, aunque más tenue, no pudieron ayudar a Violeta a dormir ni a estar tranquila las siguientes horas. Chiara sufría junto a su novia y la impotencia por no saber cómo ayudarla la engulló, por lo que obligó a Violeta a ir al hospital más cercano a recibir ayuda. Esta, apenas consciente por el dolor y el efecto de los mórficos, renegó y luchó contra sus amigos y novia para evitar ser llevada tan pronto a manos de los médicos.
-Quiero ir a Menorca, por favor, solo quiero ir a Menorca antes de morirme. —lloró entre balbuceos mientras Martin llamaba a una ambulancia que la recogiese.
-Iremos a Menorca cuando te cures, te lo juro. Te voy a llevar allí, aunque sea lo último que haga. —sollozó Chiara abrazándola con mucha fuerza y sosteniendo su cabeza en su pecho. Violeta se aferraba a su sudadera muerta de miedo.
-No me dejes sola, Kiki. No me dejes sola, por favor. —una vez en la ambulancia no quiso dejar que nadie la apartase de su novia. Nunca se había sentido tan mal como en ese momento y por primera vez en su vida le invadió un angustioso e intenso miedo a morir.
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Pulseras Rojas (KIVI)
FanfictionAdaptación de Pulseras Rojas a Kivi. La historia sigue la trama de la serie, pero contendrá escenas y cambios realizados por la autora. // *Reedición de mi historia "Forelsket" (no son idénticas)*